
Contexto decisorio de la Administración Pública (AP)
Presentación del tema
Decidir en la administración pública (AP) no es solo “elegir la mejor alternativa” con información perfecta. Es, sobre todo, producir y encadenar comunicaciones que crean obligaciones y expectativas para otros: cada decisión fija premisas para las decisiones siguientes y reduce (parcialmente) la incertidumbre del entorno (Luhmann, 2010). Por eso, el contexto decisorio importa tanto como el contenido de la decisión: quién puede decidir, con qué reglas, con qué información, bajo qué plazos, con qué recursos, y frente a qué públicos que deberán acatar o legitimar lo decidido (Harmon & Mayer, 1999).
Desde la perspectiva sistémica, las organizaciones deciden mediante premisas de decisión: reglas y programas, distribución de competencias, rutinas de comunicación y cultura. Estas premisas canalizan la indeterminación del futuro: orientan qué alternativas son “pensables”, qué información es “relevante” y qué justificaciones serán aceptables. Luhmann distingue, por ejemplo, entre programas condicionales (“si X se cumple, entonces se decide Y”) y programas de finalidad (se decide en función de metas deseadas, admitiendo varios caminos); ambos coexisten en la AP y definen estilos de decisión más cerrados o más abiertos a la interpretación (Luhmann, 2010).
La AP decide, además, bajo múltiples racionalidades: legalidad, eficacia técnica, equidad, oportunidad política, sostenibilidad fiscal y legitimidad democrática. Esa pluralidad hace que las metas sean con frecuencia múltiples y ambiguas, la información incompleta o disputada, y los horizontes temporales tensos (lo urgente empuja a lo importante). En este sentido, Harmon y Mayer (1999) subrayan que decidir en lo público implica conciliar valores —no solo optimizar funciones— y construir justificaciones trazables que puedan sostenerse frente a auditorías, tribunales y ciudadanía.
El contexto decisorio incorpora al menos seis dimensiones interdependientes:
- Normativa y procedimental. El marco jurídico, los lineamientos, manuales y estándares de control definen “cómo se decide” y “quién firma”. Aportan previsibilidad y accountability, pero pueden rigidizar el proceso si no permiten excepciones justificadas o vías rápidas para casos urgentes (Harmon & Mayer, 1999; Luhmann, 2010).
- Competencial y organizativa. La distribución de competencias (quién decide qué) condiciona tiempos y calidades. Estructuras con demasiadas firmas en serie o sin instancias claras de desempate ralentizan y diluyen la responsabilidad. Clarificar niveles de decisión y reglas de delegación mejora la coherencia inter-áreas (Harmon & Mayer, 1999).
- Informativa y analítica. Decidir exige identificar qué información mínima es suficiente (evidence) y cómo tratar la incertidumbre. No siempre hace falta “saberlo todo”: procedimientos, escenarios, análisis de sensibilidad y protocolos de actualización ayudan a decidir a tiempo y no “demasiado tarde” (Chiavenato, 2004; Bernal Magaña, 2017).
- Temporal y de riesgo. Toda decisión tiene ventanas de oportunidad y costos por demora; por eso conviene explicitar criterios de prioridad, umbrales de acción y planes de contingencia. La gestión del riesgo no elimina la incertidumbre, pero documenta supuestos y prepara respuestas (Harmon & Mayer, 1999).
- Político-administrativa y de legitimidad. Las decisiones públicas deben ser explicables y defendibles. Involucrar a actores pertinentes (no a “todos”, sino a quienes aportan información o soportan efectos) fortalece la aceptabilidad y reduce resistencias. La legitimidad no es un “extra”: condiciona la implementación (Harmon & Mayer, 1999).
- Aprendizaje y retroalimentación. Una buena decisión no termina con la firma: requiere seguimiento de resultados, revisión de supuestos y ajustes a las premisas (reglas, roles, rutinas) cuando el entorno cambia. Sin ciclos de aprendizaje, la organización acumula decisiones “huérfanas” que nadie actualiza (Luhmann, 2010).
En la práctica, muchas fallas decisorias provienen de premisas invisibles: criterios implícitos, sesgos de confirmación, reglas no escritas, o “costumbres” que sustituyen a los programas formales. Hacer explícitas esas premisas (criterios, pesos, umbrales, evidencia usada, alternativas descartadas y razones) mejora la trazabilidad, permite auditorías más justas y, sobre todo, ayuda a aprender de lo que salió bien o mal. Es el núcleo de un “módulo mínimo de decisión”: criterios claros, procedimiento breve, registro de razones y control muestral.
Por último, decidir en la AP es un acto secuencial y acoplado: cada decisión habilita o bloquea otras (asignaciones presupuestarias, prioridades de obra, regulaciones, compras). Diseñar el contexto decisorio implica alinear premisas a lo largo del ciclo P–O–D–C (planear–organizar–dirigir–controlar), de modo que planeación y presupuesto soporten la decisión, organización y coordinación agilicen su ejecución, dirección cure los desajustes del día a día, y control retroalimente con evidencia para la siguiente ronda (Chiavenato, 2004; Bernal Magaña, 2017).La conclusión operativa es directa: mejorar decisiones públicas no depende solo de “mejores técnicos” o de “más datos”, sino de diseñar el contexto —premisas, reglas, roles, tiempos, información, participación y aprendizaje— en el que las decisiones ocurren. Ahí se juega la diferencia entre un expediente impecable pero tardío y una decisión oportuna, legal, eficaz y socialmente legítima.
Objetivo didáctico de la clase
Caracterizar el contexto decisorio de la AP, identificar premisas y restricciones (normativas, políticas, informativas y temporales), y diseñar mejoras procedimentales para incrementar la calidad y trazabilidad de las decisiones públicas.
Contenido didáctico
A continuación, se presenta el contenido didáctico de acceso abierto o institucional para profundizar en el tema.
No. | Nombre del recurso | Sinopsis | Tipo de recurso | Enlace Web |
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1 | Simon, H. A. (1997). Administrative Behavior (4ª ed.). Aguilar. | Clásico sobre racionalidad limitada, premisas y procedimientos como “andamiajes” de la decisión. | Libro PDF | [Acceder] |
2 | Cohen, M. D., March, J. G., & Olsen, J. P. (1972). A Garbage Can Model of Organizational Choice. Administrative Science Quarterly, 17(1), 1-25 | Modelo para contextos de alta ambigüedad: decisiones como acoplamientos oportunistas entre problemas, soluciones y participantes. | Artículo PDF | [Acceder] |
Material didáctico complementario
No. | Nombre del recurso | Sinopsis | Tipo de recurso | Enlace Web |
---|---|---|---|---|
1 | Kahneman, D. (2011). Thinking, Fast and Slow. Farrar, Straus and Giroux. | Sesgos y heurísticos que afectan la calidad decisoria (anclar, confirmación, aversión a la pérdida). | Libro PDF | [Acceder] |
Resumen e ideas relevantes de la clase digital
Decidir en la AP es producir y encadenar comunicaciones que fijan reglas de juego para decisiones futuras. Estas decisiones no ocurren en el vacío: están condicionadas por premisas (marco jurídico, programas, roles y rutinas), por restricciones (tiempo, presupuesto, información) y por expectativas de legitimidad (control, transparencia, participación). Por eso, la calidad decisoria no depende solo de “acertar” técnicamente, sino de cómo se decide: con criterios explícitos, trazabilidad y aprendizaje.
Ejes del contexto decisorio
- Premisas de decisión: reglas (condicionales y de finalidad), distribución de competencias, manuales y cultura. Dan estabilidad, pero si son rígidas bloquean la adaptación.
- Racionalidades en tensión: legalidad, eficacia/eficiencia, equidad y oportunidad política. Decidir es conciliar valores bajo información incompleta.
- Diseño procedimental: quién decide, qué informa, en qué plazos y con qué evidencia. Procedimientos breves, reglas de desempate y delegación clara reducen demoras y “peloteo”.
- Información suficiente: definir umbrales de evidencia, analizar alternativas y riesgos, y documentar supuestos (no esperar “certeza total”).
- Legitimidad y trazabilidad: participación pertinente (actores que aportan o reciben efectos), registro de razones (quién, cuándo, por qué), y apertura de datos para auditoría y aprendizaje.
Errores frecuentes y antídotos
- Metas ambiguas → traducir a criterios y pesos (legalidad, costo/beneficio, impacto social, riesgo, tiempo).
- Demora por firmas en serie → mapear el flujo, suprimir pasos sin valor público y usar RACI/DACI.
- “Red tape” informativa (pedir todo a todos) → fijar mínimos de información suficiente y reglas de actualización.
- Decidir y olvidar → cerrar con KPIs, plazos de revisión y retroalimentación a premisas (doble bucle).
- Participación difusa → invitar a los pertinentes y limitar la consulta a ventanas y preguntas claras.
Mini-ejemplo aplicado
Asignación de apoyos locales:
- Premisas: reglas de elegibilidad y puntaje; roles: área técnica propone, comité decide.
- Criterios (pesos): legalidad (cumple/ no), impacto social (40), costo/beneficio (25), urgencia (20), riesgo (15).
- Procedimiento: ventanilla única, matriz comparativa de alternativas, acta con razones.
- KPIs: % expedientes con análisis de alternativas, tiempo medio de decisión, % impugnaciones confirmadas, satisfacción de usuarios.
- Aprendizaje: revisión trimestral de umbrales y ajuste de criterios.
Ideas clave para llevarse
- La buena decisión pública es oportuna, legal, razonada y explicable.
- El diseño del contexto (premisas, roles, tiempos, evidencia y participación) es tan importante como el contenido.
Sin trazabilidad y retroalimentación, la organización no aprende y repite errores; con módulos mínimos de decisión, aprende y mejora ciclo a ciclo.