Las brechas digitales en el proceso de enseñanza-aprendizaje del adulto en el contexto digital

Estudiante: Javier Barcenas Vizcarra

Resumen

En el marco de la digitalización y a lo largo de toda su historia, la educación y las instituciones a su cargo se han ido modificando, sufriendo cambios para adaptarse a las necesidades que la sociedad exige, buscando nuevas alternativas para mejorar los resultados y la calidad en cuanto a la enseñanza se refiere.

De la mano de la tecnología, la heutagogía representa uno de los modelos educativos más adecuados para desarrollarse en todas las competencias que la educación digital exige pero, como cada innovación, existen una serie de características a las cuales se les debe prestar atención para evitar que la brecha digital siga siendo un problema en la homogeneización de la sociedad digital como una parte elemental de la sociedad moderna. Para lograr vencer estos obstáculos, se deberán establecer políticas de educación para los entornos digitales y reforzar la aplicación de las ya existentes, apoyándose con la integración de los individuos dentro de una vida digital. 

Palabras clave

Heutagogía, educación digital, entornos digitales de aprendizaje, brecha digital, políticas educativas.

Introducción

Con el transcurso del tiempo, los conceptos, principios, ideas, hipótesis y teorías fundamentales relativas a la educación y por consiguiente el marco teórico de los modelos educativos, cambian o evolucionan notablemente en mayor o menor cuantía. Está plenamente demostrado que, casi siempre, en todas las épocas históricas ocurrieron cambios significativos y tendencias que favorecieron la formulación de elementos científicos básicos, que al enriquecerse con el acopio de experiencias y la presencia activa de un fértil proceso evolutivo de los modelos, sustentaron el surgimiento de las conocidas Ciencias de la Educación mismas que han respondido proporcionando respuestas acertadas a los numerosos requerimientos del hombre en lo que respecta a su educación (Zapata, 2015). 

En la búsqueda del empoderamiento del estudiante, particularmente el universitario o adulto, surgieron modelos como la andragogía y la heutagogía, y en el marco de la sociedad digital, la heutagogía se ha posicionado como el método educativo predilecto para que el individuo haga uso pertinente, con base en las diferentes alfabetizaciones, de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) en beneficio de su propio proceso de enseñanza-aprendizaje. 

Este camino, estos cambios, esta evolución no se ha logrado de un momento a otro, y a pesar de todas los avances que se han tenido en este marco de educación digital, uno de los principales retos que debe afrontar es la brecha digital, que según Serrano y Martínez (2003, citado por Bernal et al., 2010) es la separación que existe entre las personas (comunidades, estados, países…) que utilizan las TIC como una parte rutinaria de su vida diaria y aquellas que no tienen acceso a las mismas y que aunque las tengan no saben cómo utilizarlas.

Desarrollo

Los contenidos a lo largo de la UDA Educación en una sociedad digital han profundizado en las ventajas, desventajas y riesgos que la educación actual tiene dentro del marco de la sociedad digital y del mundo de las TIC, y a la vez, cómo esta implicación tecnológica y digital de la educación repercute directamente sobre el mercado laboral o de servicios y viceversa. Personalmente, me mostraba renuente a la idea de desarrollar toda mi labor docente a través de herramientas digitales, pues confiaba en métodos más tradicionales para desempeñar mi función, ahora entiendo que no se trata de elegir una u otra opción, y que la sociedad digital no se encuentra en disputa con la sociedad física, sino que, al contrario, se complementan una con otra, y esta misma relación mutualista puede transportarse a cualquier aspecto de la vida diaria en donde la tecnología haya impactado en una manera u otra. 

El estudiante adulto y la heutagogía 

Si bien, a lo largo de la historia, la humanidad ha ido reinventando las diferentes estrategias y métodos que buscan la eficacia en los procesos de enseñanza aprendizaje dentro de las aulas, el mundo actual ha ido más allá, revolucionando completamente las ideas pedagógicas y proponiendo nuevas estrategias que se enmarcan en las tecnologías a las que tenemos acceso hoy día. Aunque la idea de apostar por el autodidactismo surge desde antes de que la ola tecnológica sacudiera a la sociedad moderna, la relativa facilidad con la que un individuo, no necesariamente un estudiante matriculado en alguna institución, puede ingresar al ciberespacio en búsqueda de la información que necesite para realizar cualquier tarea de cualquier ámbito, ha marcado un antes y un después en este camino de integración de la educación digital. 

De acuerdo con lo mencionado por Alcalá (1999, citado por Zapata, 2015), la educación puede considerarse como un fenómeno real, social, excepcional, necesario, dinámico y de acción permanente en la vida de los seres humanos. Este complejo acontecimiento está condicionado por factores de variada naturaleza: antecedentes históricos, fundamentos culturales, corrientes filosóficas, concepciones de la vida, el mundo y el universo, progreso científico y tecnológico y situaciones sociales y políticas, entre otros; todo esto determina la enorme cantidad de posiciones, doctrinas e interpretaciones diferentes y algunas veces contrapuestas, que existen en torno al quehacer docente. 

Por un lado, esta idea hace mención de la naturaleza dinámica de la educación, llevándonos a comprender que la escuela, como institución educativa, es un reflejo de la sociedad y del mundo real, por lo tanto, cualquier modificación o cambio que tenga lugar en estos escenarios repercutirá directamente sobre la manera en la que las instituciones educativas conduzcan sus estrategias y modelos de trabajo. Con el propósito de responder de la manera más eficaz posible ante estas demandas sociales; por otra parte, señala que la educación es “permanente en la vida de los seres humanos”, retomando conceptos previamente analizados, la pedagogía podría considerarse finita (incumpliendo con la permanencia ya mencionada) pues su campo de acción es la enseñanza de niños y adolescentes, entonces, la andragogía busca el aprendizaje en el adulto, y la heutagogía persigue el aprendizaje autodirigido del adulto, incorporando el sentido de autonomía, responsabilidad, control e interés en su propio proceso. 

Queda claro que la andragogía y la heutagogía responden a la necesidad de permanencia y educación continua en la vida del adulto, que en este caso, se encuentra inmerso en la sociedad digital. 

Las ideas de Hase (2009, citado por Zapata, 2015) nos dicen que “la propuesta de la heutagogía es que es el aprendiz quien toma un rol verdaderamente protagónico ya que es él quien ajusta el curso del aprendizaje, diseña y desarrolla el mapa del aprendizaje desde el currículo hasta la misma evaluación”, esto puede complementarse perfectamente con las herramientas que las TIC aportan en este proceso de enseñanza-aprendizaje autodeterminado, brindando autonomía al estudiante adulto, que se torna consciente de su aprendizaje, se apropia de él, y es crítico y eficiente para responder a las oportunidades con las que cuenta el mundo tecnológico. 

Ramírez y Víctor (2010) son concluyentes al indicar que el adulto debe seguir siendo el autor principal de su propio aprendizaje, él debe poder decidir acerca de su educación. Centrar el proceso en el educando implica hacer de su vida y de sus necesidades el foco de la reflexión educativa.

Entorno personal de aprendizaje 

De la mano de la heutagogía y la educación digital, surgen términos como el de entorno personal de aprendizaje. Peña (2013) menciona que poner en marcha una estrategia centrada en el entorno personal de aprendizaje significa que uno está dispuesto a aprender o a investigar y que uno está dispuesto a afrontar lo que eso significa. Básicamente investigar implica llevar a cabo procesos de análisis, síntesis, abstracción y crítica, es decir, leer, tomar notas, pensar y escribir. También, hace hincapié en que “el entorno personal de aprendizaje es un conjunto de estrategias apoyadas en un fuerte componente tecnológico –y no al revés. No obstante, la tentación suele ser precisamente centrarse en ese componente tecnológico”.

De acuerdo con esto, debe quedar en claro que la incorporación de herramientas digitales dentro de los métodos de educación da como resultado una evolución en la que ya no hay marcha atrás y que ha transformado la visión que el mundo tenía sobre las instituciones educativas, “la transformación final es, precisamente, esta: ser digital, no considerar los entornos virtuales como un añadido, como un complemento, como una alternativa, ni tan solo como una herramienta cualquiera más que añadir a nuestro cajón de herramientas personal” (Peña, 2013). Cambiar paradigmas es el resultado final de la evolución digital, considerando el factor virtual como algo inherente a la vida y a la sociedad. 

Los entornos personales de aprendizaje contribuyen a la unificación de los diferentes escenarios que se consideran para los procesos de enseñanza aprendizaje, de acuerdo con Peña, estos son: 

  1. Aprendizaje formal: el que sucede en un entorno de enseñanza institucional y con un diseño de aprendizaje planificado que, normalmente, concluye con una certificación. 
  2. Aprendizaje no formal: también sucede en un entorno de enseñanza institucional y también con un diseño de aprendizaje planificado, pero a diferencia del aprendizaje formal, el estudiante no suele haber planificado tan a conciencia dicho aprendizaje. 
  3. Aprendizaje informal: es aquel que carece de toda estructura formal, sin ningún tipo de planificación por parte de quien aprende, teniendo lugar de forma casual. 
  4. Aprendizaje autodidacta: como el aprendizaje informal, se da en cualquier sitio, fuera de todo tipo de institución educativa o de estructura educativa formal. Sin embargo, y a diferencia del aprendizaje informal, sí obedece a una planificación de objetivos de aprendizaje así como a la consecución de otras metas relacionadas con el mismo.

Este autor, también establece recursos de aprendizaje, dividiéndolos en: 

  • Los recursos formales, fieles a la estructura y el diseño instruccional de la formación, y a menudo cerrados, tanto en el fondo como en la forma.
  • Los recursos abiertos, que si bien se caracterizan por una cierta estructura interna que sigue o emula las estructuras educativas formales, han sufrido un proceso de apertura, dotándolo de mayor flexibilidad, partes “móviles” o modularizadas que pueden intercambiarse o actualizarse. 
  • Por último, los recursos de aprendizaje informal, es decir, todos aquellos que un aprendiz puede incorporar a su caja de herramientas, sin ningún tipo de estructura didáctica explícita y especialmente carentes de una finalidad manifiesta de ser “educativos” o de perseguir la consecución de unos objetivos de aprendizaje a través de ellos.

Políticas educativas en el marco de la era digital 

Como De la Cruz (2022) redacta en su trabajo (citando a Pérez, Carpio & San Martín, 2018, y a Santos ,2009) las políticas educativas se entienden como el conjunto de decisiones que los Estados establecen para guiar el funcionamiento de los sistemas educativos. Dichas decisiones, en general, son producto de negociaciones y de proyectos políticos que se ponderan desde los grupos de poder, a fin de orientar los fines y propósitos de los sistemas educativos. 

Con frecuencia, estas políticas expresan compromisos sociales que convergen con exigencias internacionales encabezadas por organismos internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La Constitución Política y la Ley General de Educación se han distinguido por tener, en general, una concepción progresista de la educación. 

El problema, como sucede con el desarrollo de los derechos humanos en México, es la gran distancia entre los preceptos jurídicos y la realidad (Zurita, 2011). Además de asegurar el derecho a la educación (por ejemplo, lo estipulado en los artículos 2° y 3° constitucionales), ahora las políticas en educación deben ser coherentes con los cambios que la sociedad ha atravesado y apegarse a las necesidades en educación tecnológica, buscar cubrir de manera realista los servicios de transformación digital y desarrollo humano que exigen las nuevas TIC, pues la educación no es un aspecto aislado en la vida moderna, en ella se involucra también al activismo social y democrático. 

Como un fenómeno complejo que se registra en mayor o menor grado en todos los países, el derecho a la educación es afectado por otros fenómenos contemporáneos (desigualdad, pobreza, exclusión, multiculturalismo, migración) cuyas consecuencias, además, varían de acuerdo con los grupos sociales, etarios, étnicos, religiosos, etcétera (Zurita, 2011); del mismo modo, la alfabetización digital y el desarrollo de competencias nos llevan a un escenario dividido, por una parte, tenemos el gran aporte de la tecnología a los modelos educativos basados en la digitalización, y por otro, la poca aplicación de éstas en el contexto educativo actual; dando lugar a una brecha digital. 

Brechas digitales 

Anaya et al. & López (2020, citados por Chanto & Loáiciga, 2022) indican que “las brechas digitales se acentúan por factores de conectividad, dispositivos, apropiación de la tecnología, inadecuada formación docente, entre otros” y que la “brecha digital que se traduce en desigualdad educativa y social. En un contexto de vulnerabilidad, las familias no disponen de los recursos electrónicos suficientes ni de un acceso óptimo a internet”. Bermeo-Chalco et al. (2021) indican que la brecha digital se origina a partir de diferentes factores: el primero es el nivel socioeconómico, el segundo factores el nivel de formación de las personas, el tercer factor es geográfico, el quinto factor es el sexo y el sexto factor es la edad.

Esta otra cara de la moneda nos plantea que, a pesar las ventajas de la educación digital sobre modelos educativos anteriores que parcialmente han perdido vigencia dentro de la sociedad actual, las áreas de oportunidad siguen siendo muchas en aras de la completa digitalización y representan un reto que va más allá de las alfabetizaciones y competencias que se deben desarrollar para un uso responsable y ético de las TIC y de los datos que pueden circular a través de ellas. 

Si bien, el personal docente y el cuerpo estudiantil están interesados en desarrollar las competencias que necesitan para formar parte activa y participar dentro del mundo y la sociedad digitales, ¿qué pasa si la infraestructura es insuficiente para cubrir las demandas de dicha sociedad?, ¿cómo asegurar una conectividad eficaz de las partes involucradas?, ¿las oportunidades sociales permiten la adquisición de los dispositivos necesarios para aprovechar las redes de conectividad disponibles? 

Sin duda, la alfabetización digital y mediática persiguen el pleno uso y desarrollo de las TIC en beneficio de la sociedad y la educación digitales, pero desafortunadamente y desde una perspectiva influida por la investigación y observación personal, la brecha digital se convierte en un verdadero obstáculo para el pleno desarrollo de las facultades que el mundo moderno exige; la desigualdad social y la falta de oportunidades impactan directamente en las políticas educativas, generando una crisis colectiva que, en el afán de seguir avanzando, cae en el caos y la desorganización. 

Continuando las ideas anteriores y resaltando las investigaciones de Chanto & Loáiciga (2022), el sitio del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en 2021 establece que en el mundo 3,700 millones de personas no pueden acceder a Internet; globalmente, 2,200 millones de niñas, niños y jóvenes menores de 25 años (dos tercios de las niñas, niños y jóvenes de todo el mundo) no tienen conexión a Internet en casa y en América Latina y el Caribe esta cifra alcanza los 130 millones de personas, la mayoría pertenecen a comunidades y grupos altamente vulnerables. Esta indiscutible brecha digital, demarca un obstáculo para poder recibir una educación de calidad por parte del estudiante. 

Conclusión

Reducir la brecha digital puede ser una estrategia atendida desde diferentes enfoques, como puede ser la inclusión de agendas digitales y demás políticas gubernamentales donde el acceso digital a la población en general y mejorar las condiciones que presenta los usuarios ya conectados sean unos de los objetivos primordiales a tomar en cuenta. Cortés (2020) señala que un paso esencial para lograr disminuir esta brecha en el uso, es la creación de aplicaciones y plataformas que incorporen como elemento central un diseño amigable y que promueva la facilidad de uso, pensando en los teléfonos como el dispositivo principal –muchas veces el único– de acceso a Internet. 

Una definición de política pública que reduzca significativamente la brecha se inscribe en una orientación de equidad, enfocada en beneficiar a los sectores más desaventajados […], y a aquellos que, por una variedad de factores, no tienen acceso o no tienen los recursos para hacer uso de las capacidades digitales. 

Echando un vistazo a las acciones que se han desarrollado en México con el propósito de disminuir las brechas digitales, Bernal et al. (2010) nos hablan de: 

  • Se han establecido redes de colaboración en los ámbitos de investigación, docencia y extensión dentro de las instituciones de educación superior, con el fin de diversificar su aplicación en busca de una mejora continua de la calidad educativa . 
  • La Secretaría de Educación Pública (SEP) cuenta con una Dirección General de Tecnología de la Información, cuya misión es propiciar el mejoramiento de los procesos administrativos y la calidad de los servicios al público del Sector Educativo, a través del uso óptimo de la tecnología de la información y de telecomunicaciones, que coadyuve en el beneficio educativo, operativo, administrativo y económico de la Secretaría de Educación Pública en su conjunto. 
  • La SEP, ha diseñado una serie de políticas tendientes, por un lado, a habilitar a las escuelas de una base tecnológica para que los estudiantes aprendan, desde una temprana edad, a manejarlas y aplicarlas en su proceso de enseñanza. Por otro lado, ha iniciado proyectos como el de Bachillerato Virtual, que busca ampliar el acceso al nivel medio superior a través del uso de las TIC. 
  • También, la SEP (2007) “establece impulsar el desarrollo y utilización de las TIC en el sistema educativo para apoyar el aprendizaje de los estudiantes, ampliar sus competencias para la vida y favorecer su inserción en la sociedad del conocimiento”. 

Además de las acciones gubernamentales y los cambios necesarios en política y sociedad, los individuos debemos involucrarnos y, como se mencionaba en líneas anteriores, dejar de ver a la digitalización como una herramienta más y empezar a considerarla como un elemento propio de nuestro desarrollo como sociedad; el ámbito educativo digital puede aprovechar los entornos personales de aprendizaje para que las desigualdades señaladas en las brechas digitales se minimicen y cada experiencia educativa sea única y productiva de acuerdo con las necesidades del individuo que a fomenta, a final de cuentas, incluir la educación dentro de las acciones que internet nos permite realizar persigue mayores cifras en cuanto a términos de inclusión y desarrollo social y económico. 

Los cambios que vive el mundo actual involucran a la sociedad, a la escuela y a las políticas que rigen las relaciones entre ellas; las modificaciones que éstas han sufrido son importantes, y en su mayoría beneficiosas, pues buscan la coherencia entre los nuevos métodos educativos y su manera de evaluarlos, pero, así como la sociedad está en constante evolución, la educación también lo hará, nada es estático, todo es movimiento.