División sexual del trabajo
Desarrollo del tema
La división sexual del trabajo es el reparto social de las tareas en función del orden social del género que asigna tareas y espacios con base en el sexo de las personas, de manera que a los hombres les corresponde desarrollarse en los espacios públicos y a las mujeres en los espacios privados (Balaguer, 2019, citado en SCJN, 2020).
De acuerdo con Amorós (1995), la categorización se vincula fundamentalmente con dos cuestiones:
a) La división de funciones con base en los roles de género originadas al interior de la familia (los hombres salen a trabajar y las mujeres se encargan de las labores domésticas, el cuidado y la crianza).
b) El valor del trabajo que se asocia a hombres y mujeres (aquellos trabajos que se consideran femeninos suelen recibir menor paga y no tener profesionalización, mientras que los que se comprenden como masculinos, son mejor pagados y se considera que se requiere mayor esfuerzo físico e intelectual).
Ahora bien, es innegable que actualmente existen muchas mujeres que participan en el mercado laboral y que son tomadoras de decisiones en los espacios públicos; no obstante, la división sexual del trabajo persiste y toma otras configuraciones. Primeramente, el hecho de que las mujeres ahora vayan al “ámbito de lo público” no ha significado que los hombres se involucren en el “ámbito de lo privado”.
Es decir, las mujeres, además de trabajar o ejercer la política, en su mayoría siguen siendo las principales cuidadoras del hogar, quienes realizan las labores domésticas y quienes se encargan de la crianza de los hijos y las hijas; de manera que muchas de las mujeres ejercen dobles o triples jornadas de trabajo, puesto que es la jornada de trabajo de su empleo “formal” y la jornada o jornadas de trabajo del empleo de casa.
Además, esa división sexual influye en el tipo de estudios profesionales y puestos a los que tienen acceso. De manera que carreras como ingeniería civil, matemáticas o mecánica automotriz, siguen siendo estudiadas preponderantemente por hombres, mientras que carreras como enfermería, diseño o trabajo social, son estudiadas por mujeres. A esto se le suma que difícilmente las mujeres acceden a los puestos de poder a los que suelen acceder los hombres una vez que entran al campo de trabajo, o bien, de forma arbitraria se les exigen jornadas de trabajo más largas por una paga menor a la de los hombres. Esto, no obstante que existe un reconocimiento de igualdad de derechos en el marco normativo mexicano.
Para ahondar un poco más en lo expuesto en el párrafo anterior, te invitamos a ver el siguiente video:
Camarena y Saavedra (2018), distinguen que los obstáculos y las brechas de género en el ámbito laboral, pueden explicarse a partir de los siguientes conceptos: