Enfoques para establecer y evaluar las innovaciones en el aprendizaje y la enseñanza

Estudiante: Juan Mauricio Martínez Gamiño

Introducción

La evaluación es un componente necesario para una innovación exitosa, usualmente es un proceso complejo que involucra más que medición y cuantificación. Los escenarios de evaluación de la innovación requieren disciplina, pues comprender este fenómeno en la educación es fundamental para mejorar la calidad del sector. 

Dentro de una universidad, como espacio formativo, se atienden algunos componentes de forma constante donde tanto el docente como el estudiante contribuyen para que el aprendizaje se logre. Esto ocurre cuando la enseñanza es planteada de forma eficaz, se apoya en actividades que buscan alcanzar las competencias del programa y se incentiva al estudiante a adoptar formas de proceder con autonomía y autorregulación. 

En este sentido Biggs (2006, p. 29) completa estas ideas, estableciendo un sistema al que llamó alineamiento constructivo, que se basaba en homologar el método de enseñanza y la evaluación con el contenido que se enseña. De esta forma, todos los aspectos del sistema están coordinados para sustentar el adecuado aprendizaje del estudiante, a partir de la alineación de la metodología de enseñanza y la evaluación con las actividades de aprendizaje (1999, p.11). 
Dentro del proceso de enseñanza- aprendizaje, las tareas de evaluación están previstas en su planificación de acuerdo a lo impartido en clase, pues todo lo que allí se contemple se verificará en las competencias alcanzadas por los alumnos. En la misma línea, Pérez (2005) plantea la relación enseñanza- evaluación, desarrollada como una unidad en el proceso educativo que se nutre de lo diverso del conocimiento, del mostrar para que el otro tenga posibilidades de mostrar sobre lo aprendido como expresión de su autoconciencia. Desde esta reflexión se deja ver lo oportuno de esa cualidad del estudiante, de tomar del modelaje o demostración del docente conocimiento, que luego traduce en un desempeño donde muestra el nuevo conocimiento aprendido de forma consciente, para lo que es necesaria una vinculación entre los métodos de enseñanza y la evaluación.

Desarrollo

El docente es un componente necesario que también planifica, contemplando estrategias de clases y de evaluación como realidades que se resuelven cada una por su parte, lejos de vislumbrar su implementación dentro del proceso de enseñanza para alcanzar en un aprendizaje. Debido a esto, el sistema de alineamiento constructivo de Biggs hace un llamado a un cambio en el proceso de diseño de las actividades curriculares de acuerdo con tres etapas: 

  • Identificar claramente los resultados de aprendizaje que se quieren lograr. 
  • Diseñar adecuadamente las tareas de evaluación que verificarán si se ha cumplido cada uno de los resultados del aprendizaje. 
  • Diseñar oportunidades de aprendizaje apropiadas para que los estudiantes puedan realizar con éxito las tareas de evaluación. Estas etapas se pueden describir como oportunidades, ya que se viene con un plan claro estructurado que persigue que los resultados de aprendizaje sean los deseados. 

De esta forma, es pertinente hablar del proceso enseñanza – aprendizaje a partir de un diseño en el que se indiquen todos sus componentes (y sus modos de operación), especificando el rol protagónico del estudiante. En ocasiones se piensa que con sólo planificar, desarrollar o aplicar un método para enseñar una competencia o contenido, debería ser suficiente para que ocurriera el aprendizaje en los estudiantes. No obstante, también es necesario que el docente tenga conocimiento de cómo aprende el estudiante, así como de las competencias que debe ser capaz de hacer durante y al final del proceso. 

En las universidades lo que permea son las recomendaciones realizadas por los organismos internacionales, producto de la globalización. Debido a la masificación de la educación es necesario retomar paradigmas educativos que giran en torno a la motivación intrínseca del estudiante; así como al pensamiento crítico que induce a la autonomía de los aprendizajes. Estas son parte de las conclusiones de la reflexión teórica sobre los estudiantes de algunas universidades mexicanas (Zuñiga, 2012, p. 437), que no distan de los planteamientos que se hacen en algunas universidades de Latinoamérica.

Por otro lado, la UNESCO (2005) entre los pilares de la educación dictamina la importancia que tiene el aprender a ser con la intención de que el individuo en formación construya sus características personales hacia el desarrollo de capacidades como la autonomía, el juicio y el pensamiento crítico. Resalta el tema de la autonomía entre los estudiantes, entendida como la condición de quien tiene sobre sí la norma de su propio comportamiento (Galimberti, 2006, p. 139). 

Por su parte Gil-Flores (2012, p. 135) luego de investigar sobre la necesidad de entender la evaluación como una herramienta para la mejora del aprendizaje, obtuvo que entre los aspectos más deficitarios en el sistema de evaluación se encuentra la poca participación del estudiantado, para lo que se requiere un aprendiz activo, reflexivo, autorregulado y autónomo. Además, si se garantizan esas características en los estudiantes, se puede dar por cierto que ellos lograran alcanzar competencias académicas y profesionales para su formación integral y para la incorporación exitosa al mundo del trabajo. A este respecto, al estudiante le toca ser formado integralmente, para entender y asumir de qué manera va a ser formado. 

Además de desarrollar todas esas capacidades que faciliten desenvolverse como profesional en formación, es relevante comprender que uno de los componentes más importantes dentro de la vida universitaria es lo que llamamos aprender a aprender; hecho que se verá manifestado en práctica una vez que los estudiantes sean profesionales en ejercicio. 

Entre las acciones que pueden favorecer el hacer de toda universidad, para llevar adelante su proceso educativo y acción académica en general, se encuentran las siguientes:

  1. Fomento del pensamiento complejo. Inculcar en los estudiantes la comprensión de que el pensamiento se nutre de todos los saberes y formas de conocimiento. 
  2. Aprendizaje autónomo y significativo.Promover métodos y estrategias que ayuden al estudiante a aprender a aprender. 
  3. Fomento del diálogo interdisciplinar. Propiciar la integración de conocimientos mediante el diálogo profundo entre todas las ramas del saber. 
  4. Contribución al bienestar colectivo de relaciones interpersonales. Promover una conciencia instruida y viva de los problemas sociales, así como la consecuente responsabilidad cívica y ciudadana. 
  5. Fomento de la colaboración y del trabajo en equipo Mediante la promoción de situaciones diversas para alcanzar objetivos comunes, potenciar las competencias necesarias para el trabajo colaborativo. 
  6. Formación para el liderazgo. Ofrecer a los estudiantes la oportunidad de descubrirse a sí mismos, para que sepan dar respuestas acertadas, decidiendo entre varias opciones para impactar positivamente en el otro. 
  7. Fomento del uso de las nuevas TIC en todos los ámbitos universitarios. Enseñanza, aprendizaje, investigación, extensión y gestión, mediante el desarrollo de las competencias necesarias para ello. 
  8. Integración a escenarios globales. Analizar el entorno inmediato y su relación con el mundo global, con miras a crear nuevos espacios educativos. 

Por otro lado, Guzmán (2011, p.130) realiza un análisis de varias investigaciones encaminadas a ofrecer una educación de calidad para las instituciones de nivel superior. Entre los hallazgos de este análisis se distinguen los fines del aprendizaje en educación superior (divididos en abstractos, genéricos y de desarrollo personal): pensamiento crítico, análisis de ideas de manera crítica, desarrollo de habilidades intelectuales y de pensamiento, comprensión de principios y generalizaciones.

Sumando a lo anterior, es necesario contemplar los campos de dominio para el docente universitario (Shulman (1986, cit. en Hativa, 2000), Bandura (1977), Ferreres e Imbernón (1999) y McAlpine y Weston (2002), citados por Guzmán (2011, p. 133)) producto del análisis de varias investigaciones. Estos son: 

  1. Amplio y especializado de la disciplina que enseña. Considerada una condición indispensable, está relacionada con el manejo de los hechos, conceptos y principios de la disciplina, además del manejo favorable para organizarla, conectar sus ideas y concepciones. 
  2. Pedagógico general. Aprueba la aplicación de los principios generales de la enseñanza para permitirse tener una buena organización y dirección de la clase; además contiene la capacidad de utilizar pertinentemente diversas herramientas y estrategias didácticas. 
  3. Pedagógico específico del contenido. Reconoce la aplicación de estrategias concretas para enseñar un tópico concreto, lo que hoy en día se denomina “la didáctica de la disciplina”. 
  4. Dominio curricular. Es la capacidad para diseñar programas de estudio donde se especifique el conjunto de acciones que realizará para adaptar su enseñanza a las características de los alumnos; siempre tomando en cuenta las metas del programa y el tipo de contenido. 
  5. Claridad acerca de las finalidades educativas. No están incluidos únicamente los propósitos delimitados de la materia, sino de los fines últimos del acto educativo en general. Comprende metas de tipo actitudinal y transformaciones personales. 
  6. Ubicarse en el contexto o situación donde enseña. La enseñanza viene siendo una actividad altamente contextual; este dominio hace referencia a lo que es apropiado o inapropiado del comportamiento docente. 
  7. Conocimiento de los alumnos y de los procesos de aprendizaje. Se requiere dominar las distintas teorías psicopedagógicas que explican el aprendizaje y la motivación. 

Complementando lo anterior, podemos mencionar los rasgos más importantes de un buen docente de educación superior de Friesen (2011, p. 100), en un análisis que realiza de la magistral o conferencia, asignándole un valor pedagógico en su versión actual los podcasts. Dentro de los rasgos se integran las siguientes particularidades:

  • Comparte su pasión y entusiasmo por su materia explicitando a los alumnos la importancia de esta. 
  • Vincula su labor de investigación con los temas enseñados. 
  • Liga lo revisado en clase con tópicos o temas de actualidad. 
  • Usa ejemplos claros y relevantes para ilustrar el tema expuesto. – Indaga sobre las experiencias del estudiante y las utiliza en su enseñanza. 
  • Plantea preguntas clave para señalar los puntos controversiales de un campo, o los problemas no resueltos o de las perspectivas existentes. 
  • Emplea sitios de Internet para demostrar la actualidad del material presentado. 

La enseñanza realizada de una manera pertinente, además de conectar con las actividades curriculares formales, abona a la planificación y facilita todo el proceso de aprendizaje, donde se prevén los medios para incorporar las recomendaciones de este apartado. 

Por otro lado, la evidencia también es entendida como el resultado de las pruebas o actividades que informan el grado de idoneidad en el que se posee la competencia (Gairin et al, 2009). En las estrategias de evaluación tenemos la técnica, que sirve para recoger sistemáticamente la información sobre el objeto evaluado. Estas pueden ser: observación, prueba, encuesta y análisis producciones (Rodríguez e Ibarra, 2011, p. 72). Además, están los Instrumentos, que se entienden como las herramientas tangibles empleadas por la persona que evalúa para sistematizar sus valoraciones sobre los diferentes aspectos (Rodríguez e Ibarra, 2011, p. 72). 

Todo esto da un panorama, en el que se puede apreciar lo valioso que sería abordar el proceso de enseñanza–aprendizaje, procurando atender al estudiante de forma privilegiada, donde la evaluación cargada con transparencia y claridad es garantía de que se puede impartir una formación exitosa. 

Conclusión

Gibbs comenta “La evaluación es el arma más poderosa, para influir en el modo en el que los estudiantes responden a las asignaturas y en su comportamiento” (2003, p. 61). La evaluación es una herramienta estratégica para el diseño del proceso de enseñanza aprendizaje, en el que el profesor contempla claramente los aprendizajes que deben lograr los estudiantes, al tiempo que los orienta sobre enfoques de aprendizaje efectivos, como también sobre las estrategias docentes pertinentes para el desarrollo del proceso (Zúñiga, Solar, Lagos, Báez y Herrera, 2014, p. 16). 

En la discusión reflexiva planteada por Himmel (2003, p. 203), el proceso evaluativo es parte central y simultáneo a la planificación del currículo y al diseño de las situaciones de enseñanza-aprendizaje a nivel de aula. 

En efecto, la evaluación en el aula es un componente consustancial al proceso de enseñanza y aprendizaje, ya que proporciona información a los estudiantes acerca de sus progresos en él y a la vez (dado que la evaluación es diseñada y analizada por los docentes) entrega a estos últimos los elementos de análisis necesarios para juzgar la eficacia de la docencia impartida. 

A partir de aquí se presentarán los tipos, que en cuanto a los criterios de evaluación, son las descripciones de lo que se espera que aprenda y demuestre en las evaluaciones el estudiante (Sadler, 2005). En otras palabras, son los principios, normas o ideas de valoración, desde los que se emite un juicio valorativo sobre el objeto evaluado (García, 2010); mientras que el indicador de cumplimiento, que son concreciones redactadas en forma de meta o de actividad para verificar, sirven para determinar si la competencia se logra con idoneidad (Gairin, Armengol, Gisbert, García, Rodríguez y Cela, 2009). 

Para finalizar es importante presentar las estrategias de evaluación, conformadas por las actividades, las técnicas e instrumentos de evaluación; todas ellas en conjunto materializan el proceso de evaluación y dan soporte a las evidencias que son los medios, productos o actuaciones que sirven para recaudar información sobre el objeto a evaluar. 

Por último, se encuentra la evaluación formativa, que solicita la información favoreciendo un juicio de valor, en que tiene oportunidad de participar tanto el docente como el estudiante. Así mismo, esta aporta información para verificar si está pertinentemente concebida, la vinculación que debe darse entre la competencia, la estrategia de enseñanza y la evaluación (Rodriguez, 2007) (Estévez, 2008) (citados por Mendivil, 2012, p. 103). 

También la evaluación formativa es “…verificación, valoración y toma de decisiones que se da en la enseñanza-aprendizaje, desde una perspectiva humanizadora, sin ser un acto calificador” (Pérez, Julián y López, 2009, p. 35). Es un tipo de evaluación que deja a un lado la calificación, para darle su justo lugar al aprendizaje, y su valoración como verificación de que fue logrado. Esta evaluación agrega otras cualidades a la evaluación formativa (Cerda, 2008, p.102), pues se valora el desempeño educativo tanto del alumno como del educador, tomando en cuenta elementos de responsabilidad, valores, ética, moral, integración en el grupo, aciertos, aprendizaje autónomo, dificultades de aprendizaje, actitudes, entre otros. 

La evaluación implica una continua reflexión crítica sobre el curso del que se dispone una información sistemática, bajo las premisas establecidas previamente en el plan de clases para reorientar el proceso. De esta manera se concibe a la acción evaluativa como un elemento dinamizador prioritario para todas las personas que integran la comunidad universitaria.