De la paz a la construcción de la cultura de paz
Introducción
Se bienvenido(a) al curso “La cultura de paz en la familia”. En esta primera clase se reflexionará sobre lo que es la cultura de paz en general, término polisémico y lleno de significado. Puede afirmarse que la palabra paz trae implícita la convivencia y el término cultura de paz implica que esta significa más que la ausencia de guerra. La cultura de paz se comprende como una amalgama de valores, actitudes y comportamientos que favorecen la resolución pacífica de conflictos o la búsqueda de consensos. De hecho, la paz es una forma de vivir juntos. En tanto, la expresión “cultura de paz” asume que la paz es un camino, es ser, hacer y vivir en una sociedad y en una familia; que se puede aprender, desarrollar y, sobre todo, cultivar. La cultura de paz es la paz en acción. Construirla es un proceso largo, requiere tanto la transformación de las prácticas institucionales, así como la transformación del comportamiento individual. Para que pueda sobrevivir, forjarse y traducirse en costumbres, predisposiciones y hábitos, la cultura de paz requiere fundamentarse en la no violencia, la tolerancia y la solidaridad.
Con esta visión general que ahora tienes sobre el significado de la cultura de paz, creo que estamos listos para iniciar, ¡comencemos!
Desarrollo del tema
Con la intención de acercarnos de manera consciente a nuestro mundo, se inicia esta sesión con un diagnóstico muy concreto, mencionando aquello que se opone de manera directa a lo que se entiende por cultura de paz. En gran parte de los países industrializados, los cambios sociales y económicos, la pobreza y las altas tasas de desempleo originan que se pierda la confianza e interés en las instituciones. Esto trae como consecuencia problemas sociales de gran complejidad como la delincuencia, la inseguridad, la exclusión o marginación social, la deserción, el suicidio y la violencia, sobre todo en los jóvenes. Esta violencia se manifiesta en diversas formas (racismo, intolerancia, xenofobia, nacionalismos estrechos, fundamentalismo religioso, bandas criminales, delincuencia, entre otros). Esta realidad, está aumentando e invadiendo la vida cotidiana y refleja una profunda crisis en la vida democrática, la economía, la organización social y los valores morales. Estas son amenazas distintas de las militares que pesan sobre la paz. Desafortunadamente, la violencia es, en muchos casos, una forma de comunicarse entre las personas y la sociedad, ya que, al no poder expresarse ni ser escuchadas, buscan canales que no siempre son los más adecuados.
Ante esto, la cultura de paz nos interpela y desafía con relación a nuestro compromiso como posibilitadores de relaciones armoniosas entre todos los seres humanos y con el medio ambiente. Se tiene la gran responsabilidad de educar y formar a los ciudadanos del mañana.
Diariamente y con diversos tonos escuchamos que la violencia está en todas partes y los niños están expuestos a ella todos los días. La violencia avanza con rapidez debido a que se concibe como una forma fácil y rápida de resolver problemas. Aparentemente, no es aceptada, sin embargo, nos acostumbramos a su presencia, la utilizamos para justificar nuestras prácticas, la creemos inevitable y nos volvemos sensibles a lo que debería ser intolerante.
Encontramos la violencia en la casa, la escuela, la televisión, los periódicos, los juegos electrónicos, los videos musicales, las películas, las canciones, etc., esto es, está en todas partes. Por estudios científicos llevados a cabo como el del Consejo Superior de Educación de Quebec, es el entorno familiar el que encabeza la lista de lugares donde la violencia se manifiesta por primera vez para un joven. El entorno familiar cambia, se reorganiza, las personas se empobrecen cada vez más y los valores elitistas dejan de lado los de la solidaridad y la responsabilidad. En tal contexto, entendemos que hay agresión por donde quiera porque está en todas partes.
Constatamos a diario que la sociedad se vuelve cada vez más competitiva donde lidera la ley del más fuerte. La carrera por acumular capital impuesta por una minoría es parte de esa competencia frenética y, en ocasiones, violenta que con demasiada frecuencia se lleva a cabo a espaldas de los más desfavorecidos. Cada vez es más evidente y amplia la brecha entre ricos y pobres. ¡Crear pobreza es crear violencia!
El empobrecimiento, la falta de empleo, el no acceso al conocimiento, la destrucción del medio ambiente, la exclusión y el no respeto de los derechos fundamentales, incluidos los lingüísticos y religiosos, son algunos de los principales factores de violencia. Estos son complejos y van mucho más allá de las actitudes.
Por otra parte, la civilización y la cultura actual se encuentran en una paradoja. Por un lado, la ciencia y la tecnología han logrado éxitos deslumbrantes y, por el otro, han puesto a la sociedad en peligro. Así mismo, la radio, la televisión o el internet informan diariamente sobre distintos actos de violencia: atentados, violaciones, secuestros, asaltos, muertes, etc. Sin embargo, no se ha reflexionado lo suficiente sobre las causas culturales, sociales y evolutivas que permitan explicar la violencia del ser humano.
Lo descrito en los párrafos anteriores nos hace caer en la cuenta de que un análisis en torno a la cultura de paz parece ser no sólo un tema interesante en nuestro tiempo, sino necesario. Hablar de una cultura para la paz tiene su grado de dificultad, pues primero hay que definir en qué marco de referencia se sitúa el concepto de cultura y, a partir de esto, proceder a desarrollar qué se entiende por paz para, consecutivamente, contextualizar la teoría de la cultura de paz en un entorno determinado.
Conceptualización del término cultura y su relación con la paz
Un concepto de cultura, desde la dimensión antropológica que aún sigue vigente en las investigaciones científicas, es el aportado por Edward Tylor, quien la define de la siguiente manera: “La cultura o civilización comprende un complejo de conocimientos, creencias, pensamientos, actitudes morales, normas jurídicas, costumbres, aptitudes y hábitos que el hombre aprende como parte de una sociedad” (1871, p. 1).
En 1982, la UNESCO en la Declaración de México profundiza el concepto de cultura aportando que, mediante esta, las personas se construyen específicamente como humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. Desde esta dimensión, el ser humano se expresa, toma conciencia de sí mismo, es reconocido como un ser inacabado, busca nuevas significaciones en el mundo y la cultura le brinda la capacidad de trascenderlo.
Para fines de este curso tomamos el concepto de cultura que nos proporciona Edgar Morín, quien la define como cultura de las humanidades, sosteniendo que hay que valorar la palabra cultura, desde la dimensión antropológica, como aquella que proporciona los conocimientos, los valores y símbolos que orientan y guían las vidas humanas. Continúa diciendo que “la cultura de las humanidades debe transformarse en una preparación para la vida y es una responsabilidad que todos los seres humanos debemos asumir” (1999, p. 60). Desde esta perspectiva, se puede analizar que la cultura es una construcción humana, se sustenta en las concepciones y vivencias que se tienen de sí mismo, es un medio de crear predisposiciones, valores y hábitos, es transmitida, puede variar, se comparte, utiliza símbolos al transmitirse, es integrada y adaptativa y no sólo se transmite de manera simbólica.
En concreto, la cultura es un elemento fundamental para el ser humano, es su esencia; a través de ella es posible lograr un desarrollo que integre las experiencias del pasado y las vincule con las acciones presentes. Es, además, un factor de comunicación, diálogo y convivencia cuya diversidad enriquece la vida y hace posible un contexto pluralista, democrático y pacífico. En este sentido, la cultura se convierte en la principal vía para la difusión y construcción de ideas de paz.
Definición de paz y su relación con los derechos humanos
Seguramente en este momento te estarás preguntando qué es la paz: es una de las mayores aspiraciones de los seres humanos. Dada su complejidad y ausencia, puede definirse como un valor o virtud que favorece o afecta todas las dimensiones de la vida de la persona; incluye la dimensión social y de justicia; no es aliada de la desigualdad y el dominio pero sí de la reciprocidad e interacción; se concibe como un proceso dinámico y está referida al desarrollo integral y a los derechos humanos. La Conferencia General de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), afirma que la paz no significa solamente ausencia de conflictos armados y enfatiza que no hay paz cuando existen flagrantes violaciones de los derechos humanos, puesto que la paz tiene un contenido que se basa en la exigencia de justicia entre las sociedades y el reconocimiento de la igualdad y la dignidad de todos los pueblos y culturas.
Otro documento internacional donde se puede constatar que la paz está vinculada con los derechos humanos, es la Declaración Universal de Derechos Humanos, la cual a la letra dice: “Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos” (ONU, 1948).
La Declaración Universal de Derechos Humanos es el corazón de este sistema normativo en evolución. Los derechos que declara son un inventario de los valores que pueden guiarnos hacia una Cultura de Paz.
Por lo anterior, puede afirmarse que la paz está estrechamente vinculada con el respeto a la justicia, la ley, los derechos humanos y libertades. Respecto a esto, Cornelio Landero sostiene que estos derechos poseen características tales como la inherencia a la persona, inalienabilidad, imprescriptibilidad e igualdad y, por tanto, se encuentran fuera del alcance de cualquier político (2014, p. 82). Esto significa que los derechos humanos no son dádivas, ni prerrogativas, ni concesiones del Estado o de la autoridad en turno.
¿Qué es la cultura de paz?
El 15 de enero de 1998 la Asamblea General de las Naciones Unidas definió la cultura de paz como “un conjunto de valores, actitudes, comportamientos y formas de vida que rechazan la violencia y previenen los conflictos abordando sus raíces a través del diálogo y negociación entre individuos, grupos y estados”.
- El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación.
- El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional.
- El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales.
- El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos.
- Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras.
- El respeto y la promoción del derecho al desarrollo.
- El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres.
- El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información.
- La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones.
Y son motivados por un entorno nacional e internacional que favorezca la paz. Como lo menciona el acta, mediante la educación, el diálogo y la cooperación se transmitirá el mensaje de respeto a la vida, la no violencia. La familia es la plataforma idónea para el uso de estos medios, ya que es un grupo natural en el que se practica la educación, explícita e implícita, el diálogo entre los miembros y la cooperación entre ellos.
Jares describe la cultura de paz como “un faro que orienta el camino, el pensamiento según el cual la paz, en términos globales, debe rechazar la guerra, todas las clases de violencia, y no debe aceptar la desigualdad, la marginación, la inequidad y la injusticia social” (2001, p. 122).
Una cultura de paz sería el análogo humano de un ecosistema saludable compuesto de formas de biodiversidad complementarias y funcionalmente integradas. Reuniría de una manera mutuamente enriquecedora a todas las culturas humanas del mundo, cada una manteniendo su propia integridad mientras funciona de manera complementaria con las demás para lograr una sociedad global sostenida en paz a través del reconocimiento y la búsqueda de valores humanos comunes.
En resumen, la cultura de paz tiene como finalidad regir las conductas, prácticas y actuaciones sociales de las personas, guiándolas hacia la construcción de una sociedad justa, solidaria, intercultural y pluralista, con la intención de poner fin a las raíces de la violencia empleando para ello estrategias de paz.
En los conceptos mencionados sobre la cultura de paz descubrimos que es un término dinámico, holístico, que tiene como centro a la persona y que para construirla requiere del esfuerzo de los ciudadanos, de las organizaciones, del Estado y de las diversas instituciones, entre estas, la familia. Por tanto, una paz individual contribuye a la paz social y, a su vez, a la no violencia. No obstante, es evidente que ha evolucionado la cultura de paz, desde sus primeras concepciones hasta el desarrollo que hoy en día ha logrado. En la siguiente figura se representa su evolución histórica:
Dada la agudización de conflictos provocados por la violencia, sin ir muy lejos, en el estado de Guanajuato se vive en situación de violencia permanente y sin precedentes al grado de mostrar en la actualidad un patrón estructural y complejo, hecho de múltiples descomposiciones. Para mitigar esta violencia generalizada y ante la necesidad de paz en el mundo, la Asamblea General de Naciones Unidas, a instancias de la UNESCO, proclamó el año 2000 como Año Internacional de Cultura de Paz en su Resolución 52/13. Subrayó como finalidad crear una cultura de paz permanente, fundamentada en la defensa de los principios de los derechos humanos, en los de la justicia, la democracia, la solidaridad, la cooperación.
Para lograrlo, en el artículo primero de dicha Resolución se propuso un proyecto de convivencia pacífica, proponiendo comportamientos y estilos de vida que se reflejen en los siguientes compromisos:
- Respeto a la vida y a todos los derechos humanos.
- El rechazo de la violencia en todas sus formas y el compromiso de prevenir los conflictos violentos atacando sus causas mediante el diálogo y la negociación.
- El compromiso de una plena participación en el proceso encaminado a atender equitativamente las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones actuales y futuras.
- El fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres.
Ámbitos de aplicación de la cultura de paz
Los ámbitos de aplicación de la cultura de paz son variados, pero tienen la finalidad de unificar criterios e integrar esfuerzos, talento y sinergia. La Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz de la Organización de Naciones Unidas (1999) identifica los siguientes ámbitos de aplicación de la cultura de paz:
Manifiesto del 2000 por la Cultura de Paz
Es un documento elaborado por un grupo de premios Nobel de la Paz con motivo de la celebración del 50 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en él asumen los firmantes seis compromisos que hoy pueden servir de ejemplo y motivación para todo ciudadano comprometido con la construcción de la Paz. Este instrumento es conocido con el nombre del “Manifiesto de 2000 por la Cultura de Paz”. El texto integral dice:
Reconociendo mi parte de responsabilidad ante el futuro de la humanidad, especialmente para los niños de hoy y de mañana, me comprometo en mi vida diaria, en mi familia, mi trabajo, mi comunidad, mi país y mi región a:
- Respetar la vida y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni prejuicios.
- Practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas sus formas: física, sexual, psicológica, económica y social, en particular hacia los más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes.
- Compartir mi tiempo y mis recursos materiales cultivando la generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión política y económica.
- Defender la libertad de expresión y la diversidad cultural privilegiando siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la maledicencia y el rechazo del prójimo.
- Promover un consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales del planeta.
- Contribuir al desarrollo de mi comunidad, propiciando la plena participación de las mujeres y el respeto de los principios democráticos, con el fin de crear juntos nuevas formas de solidaridad.
Manifiesto por la Cultura de Paz 2000. Fuente: extraído de: https://www.um.es/paz/main2.html
Construyamos una cultura de paz
En la XVII Cumbre Mundial de Premios Nobel de la Paz realizada en Mérida (México) en el 2020, se hace un llamado urgente a todos los países y organizaciones del mundo, sus líderes y ciudadanos, para construir una cultura de paz. Declaran lo siguiente
- La paz es un derecho de todos los seres humanos. Es el bien supremo de la humanidad porque sin él no hay verdadero desarrollo ni convivencia posible.
- La construcción de una cultura de paz se basa en la creencia de que debemos tratar a los demás como deseamos que nos traten a nosotros. Este principio ético se aplica a todos los niveles del esfuerzo humano: personal, familiar, comunitario y nacional. Cuando se les honra, siguen la dignidad y la estabilidad. Cuando se viola, se produce inestabilidad.
- En medio de los desafíos actuales de guerra, miedo, racismo, intolerancia y nacionalismo populista, hoy más que nunca es necesario promover una Cultura de Paz que siga la tolerancia y el respeto a la diversidad como principio fundamental de convivencia entre los seres humanos, seres y naciones.
- Una Cultura de Paz es fundamental para el desarrollo integral de las personas y sus familias, para el progreso de las sociedades y la supervivencia de la humanidad.
- Una cultura de paz expresa el respeto incondicional por la vida y los derechos humanos. Los derechos humanos son la base sobre la que la humanidad puede vivir en armonía.
- Una Cultura de Paz requiere el respeto por todas las demás formas de vida y por los sistemas que sustentan toda la vida en la tierra, como requisito previo para el desarrollo saludable de la sociedad humana. Una Cultura de Paz incluye estar en paz consigo mismo, con los demás y con el mundo natural.
- La herramienta principal para promover una Cultura de Paz es la Educación para la Paz, que debe enseñarse en las familias, todos los niveles de educación, lugares de trabajo, difundirse a través de los medios de comunicación y alentarse en todos los niveles de la sociedad.
- Primero, somos seres humanos. Nuestra humanidad común precede al género, la raza, la religión, la nación, la orientación sexual y la afiliación política. Nuestra humanidad se enriquece con su diversidad.
- Apoyamos y nos inspiramos en las resoluciones e instituciones de las Naciones Unidas como el Programa Cultura de Paz desarrollado por la UNESCO y en un sentido más amplio los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
- No hay mayor regalo que podamos dar a nuestras naciones y comunidades que la paz. Nuestros niños y las generaciones venideras merecen este regalo.
¡Hagamos de la Cultura de la Paz nuestro legado!
Valores que favorecen la construcción de una cultura de paz
Los avances hacia el pleno desarrollo de una cultura de paz se logran mediante la práctica de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida vinculados a posibilitar la paz entre las personas, familias, instituciones, grupos y naciones. La UNESCO, en la Resolución A/52/13 (1998), en el artículo 3 propone como estrategias o valores fundamentales para la cultura de paz los siguientes:
- La promoción del arreglo pacífico de los conflictos, el respeto y el entendimiento mutuos y cooperación internacional.
- El cumplimiento de las obligaciones internacionales contraídas en virtud de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional.
- La promoción de la democracia, el desarrollo de los derechos humanos y las libertades fundamentales y el respeto y cumplimiento universales de estos.
- La posibilidad de que todas las personas a todos los niveles desarrollen aptitudes para el diálogo, la negociación, la formación de consenso y la solución pacífica de controversias.
- El fortalecimiento de las instituciones democráticas y la garantía de la participación plena en el proceso del desarrollo.
- La erradicación de la pobreza y el analfabetismo y la reducción de las desigualdades entre las naciones y dentro de ellas.
- La promoción del desarrollo económico y social sostenible.
- La eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, promoviendo su autonomía y una representación equitativa en todos los niveles de la adopción de decisiones.
- El respeto, la promoción y la protección de los derechos del niño.
- La garantía de la libre circulación de información en todos los niveles y la promoción del acceso a ella.
- El aumento de la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión de los asuntos públicos.
- La eliminación de todas las formas de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancia conexas.
- La promoción de la comprensión, la tolerancia y la solidaridad entre todas las civilizaciones, los pueblos y las culturas, incluso hacia las minorías étnicas, religiosas y lingüísticas.
- El respeto pleno del derecho a la libre determinación de todos los pueblos, incluidos los que viven bajo dominación colonial u otras formas de dominación u ocupacional extranjera, como está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y expresado en los Pactos internacionales de derechos humanos, así como la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales contenida en la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, de 14 de diciembre de 1960.
Estudiosos de este tema opinan que para promover una cultura de paz es necesario generar contextos caracterizados por “comportamientos pacíficos”. Ello exige fortalecer cualidades de tipo biológico y psicosocial que potencialicen valores como la empatía y la compasión; con esto se contribuye a que la resolución de conflictos sea menos violenta. La experiencia nos demuestra que la compasión toma en cuenta las necesidades propias y las de la otra parte; la empatía ayuda a que la discusión de los conflictos se dé en términos de igualdad, reconociendo al otro como persona con derechos. Como ciudadanos estamos comprometidos a diseñar procesos formativos que fortalezcan el desarrollo de la empatía y la compasión, promoviendo el diálogo, la cooperación y la escucha para formar una cultura de paz.
Ejes fundamentales en la educación de la paz
A lo largo del desarrollo de esta sesión, se ha reflexionado sobre cómo la violencia se manifiesta como una fuerza que busca la solución excluyendo a los demás, por lo cual, se impone a cualquier precio y de cualquier manera. Autores como Fisas (2011), en su texto que “Educar para una cultura de paz”, menciona la violencia cultural específicamente como lo más opuesto a la cultura de paz, la cual se expresa en simbolismos como: religión, ideología, valores, leyes, lenguaje, medios de comunicación, educación, entre otros nombres, con la finalidad de legitimar la violencia directa y estructural. Para hacerle frente a esto, se ve a la educación como el medio pertinente para desconstruir esa violencia cultural implícita en un sistema de control de dominación a todos los niveles de la vida personal y social. La educación, desde esta dimensión, es percibida como una herramienta que hace evolucionar la cultura de la sociedad, ya que permite capacitar y potencializar capacidades y competencias necesarias para una sana cohesión social; para ello, la educación debe fundamentarse en valores y principios éticos. Ante esto, la UNESCO propone cuatro ejes fundamentales en la educación de la paz o educación para la paz:
Asumir las diferencias mediante el consenso y aprender de él
La Cultura de Paz sostiene que los conflictos forman parte integrante de la cohesión social y de las relaciones humanas; por tanto, su finalidad no es la de eliminarlos para transitar a un imposible consenso, es la de intervenir para evitar su fase de violencia. En ese sentido, la UNESCO (2010) refiere que el proceso de diálogo entre las partes tiene por finalidad instaurar las bases para lograr consensos, que es lo que puede llevar al fin de la violencia en los conflictos.
Para lograr la finalidad de la Cultura de Paz de cambiar el paradigma cultural y dirigirlo hacia esta, se requiere conocer la violencia desde sus raíces, identificar lo que la sostiene estructuralmente, conocer sus manifestaciones, sus causas, efectos, manifestaciones, cómo se aprende y la forma en que es percibida. El análisis de esto permite reconocer la violencia y cómo se va infiltrando en las interacciones, formas de relacionarnos en la familia y posteriormente en la sociedad.
Es común confundir la idea de consenso o de paz con la ausencia de conflicto o con el proceso de homogeneización de la sociedad. Sin embargo, para que haya consenso se necesitan reconocer las diferencias de sexo, raza, idioma, nivel económico, religión, cultura, etc. Una vez que se reconocen, se requiere tener el deseo de superarlas con la finalidad de lograr un objetivo común. El consenso sirve de amortiguador ante la autodestrucción de la sociedad al permitir moldear una manera de vivir juntos. Por otra parte, su práctica potencializa valores que son fundamentales en la construcción de la paz incluida la no violencia, el respeto por los demás, la solidaridad, la inclusión social, la tolerancia, el diálogo y la apertura hacia los demás.
El consenso de ninguna manera favorece o promueve la homogeneización de la sociedad, de la familia o comunidad. Por el contrario, la cultura de paz se favorece con la diversidad y se enriquece con la variedad de tradiciones.
Medios legales: los tratados
Existen instrumentos legales relacionados con la paz que avalan nuestras prácticas en la construcción de una cultura de paz. Las dos conferencias de La Haya en 1899 y 1907, la primera parte del Tratado de Versalles relativa a la Sociedad de Naciones y la Parte XIII de la Organización Internacional del Trabajo están vinculadas con el compromiso de optar por la paz como medio para resolver los conflictos.
Algunos de estos textos se escribieron durante la Guerra Fría, debido al enfrentamiento de las dos potencias: la soviética y la estadounidense. Los documentos que tienen mayor alcance en la opción por una cultura de paz son:
- La Declaración Universal de Derechos Humanos (1948).
- La Convención contra la Discriminación en la Educación (que, en su artículo 4, enfatiza la obligación de desarrollar la educación para la paz).
- La Declaración de las Naciones Unidas sobre la promoción entre los jóvenes de los ideales de paz, respeto mutuo y comprensión entre los pueblos (1965).
- La Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial (1965).
- Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966).
- El pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales.
- La Declaración sobre la preparación de las sociedades para una vida en paz adoptada en 1978 por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
- La Declaración sobre la Violencia se hace pública en un coloquio organizado por la UNESCO en 1986.
- La Convención sobre los Derechos del Niño (1989).
Conclusión
Gracias al esfuerzo que realizaste has llegado al final de esta primera clase. En el desarrollo de esta se analizaron como ideas fundamentales las siguientes:
- La paz, ¿una utopía? Esto es motivo de debate entre especialistas y filósofos. Es importante preguntarnos, al término de esta sesión, sobre el carácter utópico (la utopía designa cualquier proyecto para una sociedad ideal y perfecta) de la paz, considerando que la paz total, es decir tanto a nivel colectivo como individual, nunca es enteramente posible.
- Actualmente, la paz se concibe como una realidad posible y positiva; una conciencia social y un estilo de vida caracterizado por la no violencia; una forma de resolver los conflictos, priorizando el consenso, el diálogo, la cooperación el respeto a uno mismo y a los otros; la adhesión a los derechos humanos, entre otros.
- Construir la cultura de paz requiere de un compromiso de todo ser humano, hoy nuestro mundo está necesitado de una conciencia colectiva al servicio de la dignidad humana; para ello se requiere incorporar los valores, las actitudes y los comportamientos que garanticen su construcción. Es fundamental que exista el respeto a la vida y a la dignidad de cada persona, la práctica de la no violencia activa, el compartir el tiempo y los recursos materiales, la defensa de la libertad de expresión y la diversidad cultural, la conservación del planeta y el reencuentro con la solidaridad, todos estos son factores que promueven la creación de espacios de paz.
Me da gusto que estés motivado para continuar, recuerda que el éxito es la suma de pequeños esfuerzos, repetidos día tras día. Ánimo, ahora sólo te falta que realices y envíes la tarea asignada.
¡Sigue adelante, sé que puedes!
Fuentes de información
- La cultura de la paz: teoría y realidades. (s. f.). [fecha de Consulta 21 de octubre de 2021]. ISSN, Disponible en: https://repository.usta.edu.co/bitstream/handle/11634/23601/parte1capitulo2culturadelapaz2016marielasanchez.pdf?sequence=1
- Cornelio, E. (2014). Los mecanismos alternativos de solución de controversias como derecho humano: Barataria. Revista Castellano-Manchega de Ciencias Sociales, pp. 81-95. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=205046292001
- Cornelio Landero, E. (2020). Bases fundamentales de la cultura de paz. En Estudios de Paz y Conflictos. Vol. 2 (3), pp. 9-25. Disponible en: https://www.estudiosdepazyconflictos.com/index.php/eirene/article/view/63
- Fisas, V. (2011). Educar para una Cultura de Paz. Quaderns De Construcció De Pau, N°20. Barcelona, España: Escola de Cultura de Pau.
- Jares, X. R. (2001). Educación y conflicto. Guía de educación para la convivencia. Popular.
- Jiménez Bautista, F. (2016). Paz intercultural. Europa, buscando su identidad. Revista de Paz y Conflictos, 9(1), pp. 13-45. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=205046292001
- Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Francia: UNESCO.
- Organización de las Naciones Unidas (15 de enero de 1998) Resolución 52/13. Cultura de paz.
- Organización de las Naciones Unidas. (1948). Declaración Universal de los Derechos Humanos [Preámbulo]. Recuperado de: https://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/Programas/Discapacidad/Declaracion_U_DH.pdf
- UNESCO, (2001). Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural.