Convivencia pacífica
Introducción
Bienvenido a la segunda clase de esta UDA sobre interculturalidad y educación para la paz.
Comenzamos identificando que Convivir en paz implica aceptar las diferencias y tener la habilidad de escuchar, reconocer, respetar y valorar a los demás, viviendo de manera pacífica y unida.
Se refiere a la forma en que las personas se relacionan en una comunidad y debe basarse en el respeto, la tolerancia y el objetivo de un desarrollo colectivo. Para lograr una convivencia pacífica en una sociedad, es fundamental asegurar tres principios éticos: la inclusión, la democracia y la cultura de paz.
Así a lo largo de esta lección analizaremos los siguientes puntos:
2.1 Tipos de violencia: cultural, estructural, directa
2.2 La resolución de conflictos de manera no violenta
2.3 Grupos vulnerables
Desarrollo del tema
¿Qué es la Cultura de la Paz para ti? ¿Qué significa convivir de manera pacífica?
La paz va más allá de la mera ausencia de violencia o conflicto; es una construcción colectiva que requiere pensar y establecer las condiciones básicas para una convivencia pacífica. La participación activa de las personas, su compromiso con el respeto y la dignidad, y la corresponsabilidad en el cumplimiento de acuerdos que regulan la vida en común enriquecen la convivencia pacífica. Además, la gestión eficiente de diferencias y conflictos es esencial. La convivencia pacífica no solo busca prevenir conflictos y evitar la violencia, sino también solucionar problemas, restaurar relaciones interpersonales y reparar los daños causados.
La inclusión implica reconocer la dignidad de las personas independientemente de su identidad, cultura, valores o pertenencia a un grupo social, valorando su presencia y participación como elementos esenciales de la comunidad. El respeto a la pluralidad también es fundamental para una convivencia armoniosa. Una comunidad pacífica debe fomentar el reconocimiento de logros, esfuerzos y capacidades, brindar atención a las necesidades de otros, fomentar el trabajo en equipo y crear un sentido de pertenencia para que cada individuo se sienta satisfecho al ser parte de un grupo.
En esta situación, es fundamental que los líderes promuevan la resolución pacífica de diferencias, encuentren puntos de convergencia y fomenten el entendimiento para lograr una convivencia pacífica. Los líderes ejercen influencia sobre la ciudadanía y actúan como educadores comunitarios. Si los líderes alimentan las diferencias y fomentan actitudes intolerantes, esto puede reflejarse en la ciudadanía y afectar la convivencia. Por lo tanto, es esencial contar con líderes políticos comprometidos con la democracia. Un ejemplo inspirador de liderazgo es Nelson Mandela en Sudáfrica, quien abogó por el conocimiento mutuo, el compartir intereses y motivaciones, y la construcción conjunta de un nuevo sistema político para superar el apartheid.
Convivir implica entonces aprender a escuchar, dialogar, aceptar diferencias y tener la capacidad de reconocer, respetar y apreciar a los demás para vivir de manera pacífica y unida. Esta actitud es la mejor manera de enfrentar conflictos. Al conocer a los demás y ser empáticos, podemos comprender sus situaciones y sentimientos. Debemos respetar las diferencias de opinión y entender que ninguna idea o postura es superior a la otra ni está por encima de la ley. Como mencionó el Premio Nobel de la Paz, Linus Pauling, una persona debería esforzarse un 20% más por los demás de lo que esperaría que hicieran por uno, para corregir cualquier error.
La colaboración con otros es una forma de construir colectivamente. Nuestra conducta, valores y metas están influenciados por los patrones de recompensa y castigo que recibimos desde la infancia, tanto en nuestras familias como en el país en el que vivimos. Nuestra tendencia a ayudar puede estar condicionada por las experiencias previas de recompensa o castigo al ofrecer nuestra ayuda. Si hemos experimentado consecuencias negativas al ser generosos, es natural que nuestra predisposición a ayudar se vea afectada.
En cambio, si experimentamos actos desinteresados de bondad y recibimos cariño y reconocimiento por nuestra ayuda, nos acostumbraremos a ayudar a los demás y estaremos siempre dispuestos a apoyar a otras personas. Ser reconocidos y recompensados cuando hacemos cosas buenas nos impactará positivamente y nos motivará a seguir siendo benevolentes con los demás.
CASO PARA PENSAR… Oskar Schindler
Oskar Schindler fue un empresario alemán de origen católico que salvó la vida de aproximadamente mil doscientos judíos durante el Holocausto, empleándolos como trabajadores en sus fábricas de utensilios de cocina y munición, ubicadas en Polonia y República Checa. Si bien originalmente se unió a la Abwehr, el servicio de inteligencia militar de la Alemania nazi (1936) y luego se afilió al Partido Nazi (1939), Schindler adquirió una fábrica de menaje esmaltado en Cracovia, Polonia. Gracias a sus contactos en la Abwehr, pudo proteger a sus trabajadores judíos de la deportación y la muerte en los campos de concentración nazis. Aunque en un principio su motivación fue únicamente económica, después comenzó a emplear a trabajadores judíos que no necesitaba en su fábrica de ollas y sartenes “Amelia”.
Con el paso del tiempo tuvo que sobornar a oficiales nazis con regalos cada vez más costosos obtenidos en el mercado negro con la finalidad de mantener a sus empleados a salvo e incluso llegó a sacrificar sus bienes para salvar a las familias judías que había empleado. Thomas Keneally detalla en su libro sobre Schindler que los motivos originales para ayudar a los judíos eran egoístas y que había buscado beneficiarse del hecho de que estos habían sido despojados de sus derechos y poderes civiles. Sus motivaciones iniciales eran enriquecerse, pero con el paso del tiempo, él cambió su actitud, tras dos arrestos por parte de la policía alemana, de presenciar la aniquilación en el gueto de Varsovia y de ver el trato inhumano y las ejecuciones brutales que las tropas de las SS les daban a los judíos. Su historia se cuenta en la película “La lista de Schindler” (1993).
Según estudios, si observamos a alguien que respetamos y admiramos ayudando a los demás, ese buen ejemplo influye en nuestras relaciones con los demás. Por lo tanto, tratamos de imitar esa conducta ejemplar de modelos, como padres, profesores o amigos. Estos comportamientos ejemplares juegan un papel crucial en el desarrollo de nuestras actitudes. Suelen surgir más deseos de ayudar a personas que nos agradan, que están cerca de nosotros, que son amigos o comparten nuestro grupo racial o ideología, y también a las personas que queremos. Aunque tendemos a ayudar más a quienes nos agradan, esto no significa que las personas desconocidas se nieguen a brindarnos ayuda cuando la necesitamos. De hecho, tanto extraños como conocidos pueden ofrecer ayuda si creemos que esa persona lo merece.
SABÍAS QUE…Las personas tienden a ayudar más a otras cuando;
- Las recompensan por la ayuda que dan a otras personas;
- Están de buen humor;
- Otras personas también ayudan;
- Tienen tiempo para ayudar;
- Quieren sentirse altruistas;
- Las normas lo dictan.
Es de gran importancia en la sociedad que prevalezca la norma de la responsabilidad social, que implica el convencimiento general de que ayudar a quienes lo necesitan es lo correcto. Las personas tienen la capacidad de brindar ayuda ya sea por motivos altruistas o egoístas. Actuar de manera altruista, es decir, atender al deseo genuino de ayudar sin esperar recompensas, es beneficioso para una convivencia pacífica. El altruismo implica el deseo genuino de beneficiar a los demás sin considerar nuestros propios intereses. Por otro lado, cuando ayudamos con la expectativa de recibir recompensas, evitar castigos, sentirnos bien o cumplir con las normas sociales, estamos actuando de manera egoísta. El egoísmo se refiere a centrarnos en la gratificación personal que obtenemos de nuestras acciones.
Las investigaciones muestran que el altruismo y la empatía, son fundamentales para ayudar a los demás. Una sociedad que promueva el altruismo, la empatía, la responsabilidad y la reciprocidad, tiene más posibilidades de generar una convivencia pacífica. Sin embargo, a veces nuestras acciones no están guiadas por estos valores y toleramos la incongruencia entre lo que creemos y lo que hacemos. En ocasiones, ayudamos para nuestra propia satisfacción o por intereses egoístas.
Es más probable que ayudemos a las personas que nos agradan, a aquellos que se parecen a nosotros y a aquellos que tienen necesidades que percibimos como más legítimas. Las situaciones que aumentan la probabilidad de ayudar incluyen haber recibido recompensas por ayudas previas, estar de buen humor, observar a alguien más ayudando (situación de modelado), no estar preocupados ni apresurados, atribuirnos una motivación altruista y seguir normas sociales que nos conduzcan a ayudar.
Es importante tener en cuenta que no siempre la ayuda es recibida de manera positiva por las personas. Por lo tanto, debemos ser cuidadosos al brindar ayuda para asegurarnos de que la persona receptora no se sienta humillada o perciba la ayuda como injusta o condescendiente. La reacción del receptor hacia la ayuda está relacionada con su nivel de autoestima. Aquellas personas con baja autoestima tienden a estar más dispuestas a recibir ayuda, mientras que quienes tienen una fuerte sensación de autoeficacia y competencia pueden resentirse más ante la ayuda. La reacción positiva hacia la ayuda se da cuando es percibida como apoyo, interés y preocupación, lo que incrementa los sentimientos de autovaloración y aprecio por quien ayuda.
Tal vez estás pensando: ¿a quién puedo ayudar hoy? ¿Por qué dejarlo para mañana si hoy puedo marcar la diferencia? Las comunidades se construyen de manera cotidiana y, además, ya sabes, todo lo que uno da siempre regresa. Y si ayudas a las y los demás, de manera desinteresada y altruista, lo más probable es que otras personas te ayuden a ti cuando menos lo esperas.
A convivencia pacífica y la cultura de la paz en México
Es común escuchar que México es un país marcado por la violencia, debido a las noticias de homicidios, corrupción, secuestros, robos y crimen organizado que llenan los medios de comunicación. Sin embargo, también es posible que nuestra vida y la de nuestras comunidades transcurran en paz y tranquilidad. Ambas realidades coexisten en el país, con algunas personas, grupos y comunidades enfrentando altos índices de violencia, mientras que otros viven en un entorno más pacífico.
El nivel de violencia que experimentan las personas depende de diversos factores, siendo uno de los principales la presencia del crimen organizado. Por ejemplo, en entidades como Zacatecas, los altos niveles de violencia se relacionan con su ubicación central en las rutas del narcotráfico, lo que desata disputas por el control de esas rutas. En Baja California, la violencia está asociada a las luchas por el control territorial y la venta de drogas debido a cambios y reajustes en la estructura de las organizaciones criminales.
Otro factor relevante es la corrupción y la impunidad, que impiden al Estado cumplir adecuadamente su función de proteger la vida y los derechos de la ciudadanía. Un Estado eficiente y capaz de garantizar el monopolio legítimo de la fuerza en su territorio contribuye a la ausencia de violencia y a la persistencia de la paz. Instituciones estatales efectivas, con recursos suficientes para cumplir sus funciones, son fundamentales para asegurar la libertad, el ejercicio de derechos y la seguridad de todos los ciudadanos.
¿Cuáles son los desafíos para mantener la paz en México?
La construcción de la paz, entendida como más que la simple ausencia de violencia, representa un desafío complejo tanto para los gobiernos como para las sociedades. La meta es erradicar la violencia, pero no se limita únicamente a eso. Los retos que enfrenta la sociedad mexicana para establecer las condiciones necesarias que permitan vivir en paz son significativos.
El principal desafío es, sin duda, acabar con la violencia que se ha vuelto parte de la vida cotidiana, afectando a todos de alguna manera. Según Claudio Lomnitz (2021), la violencia actual en México ha socavado valores morales fundamentales. El secuestro ataca la libertad, la violación vulnera la integridad personal, el asesinato viola el derecho a existir, y la desaparición de personas niega incluso el derecho al duelo para quienes compartieron la vida con ellas. Estas formas de violencia se han vuelto comunes en la sociedad mexicana, y no se ha desarrollado una narrativa o un discurso colectivo para reconocer, lamentar y sanar estos ultrajes.
La metáfora del tejido roto resalta la interdependencia de las personas en una comunidad, así como la fragilidad de esas relaciones que, al ser expuestas a la violencia, se rompen fácilmente. La ruptura del tejido social implica que la confianza entre los miembros de la comunidad se ha perdido, y las relaciones que deberían unirnos para una convivencia armoniosa han desaparecido. Esto significa que se ha quebrantado el pacto social que nos comprometía a respetar los derechos, las libertades y la seguridad de todos.
¿El tejido social?
Es común ilustrar las relaciones sociales -de interdependencia, necesidad, confianza, apoyo y solidaridad- con el ejemplo de un tejido. Una tela existe gracias a los hilos que la forman y que le pueden dar fuerza; de la misma manera las relaciones entre las personas e instituciones forman la sociedad. Se trata, entonces, de los vínculos sociales e institucionales que forman nuestra sociedad y permiten una convivencia pacífica y cohesión.
Para entender mejor el concepto del tejido social y cómo la violencia cotidiana y omnipresente lo debilita hasta rasgarlo, puedes consultar las siguientes fuentes:
2.1. Tipos de violencia: cultural, estructural, directa
- La violencia directa, la cual es la más visible y se concreta con comportamientos y responde a actos de violencia.
- La violencia estructural, que se centra en el conjunto de estructuras que no permiten la satisfacción de las necesidades y se manifiesta, precisamente, en la negación de las necesidades.
- La violencia cultural, la cual crea un marco legitimador de la violencia y se concreta en actitudes.
Para profundizar al respecto revisa el siguiente video:
En México, las estadísticas del Sistema Nacional de Seguridad Pública 2019-2020, muestran una variación en la violencia directa, como en el caso de robos, asaltos y extorsiones en el transporte público, debido al confinamiento por la pandemia, ya que si comparamos los años 2019 y 2020, los delitos aumentaron a partir de marzo del presente año y en los meses posteriores (abril, mayo y junio) el pico declinó por el confinamiento, a diferencia de julio y agosto, cuando una vez más se incrementan por el cambio de los semáforos de emergencia sanitaria con los que se inicia el desconfinamiento progresivo.
Otra de las dimensiones de la violencia es la estructural, que para el caso de la Ciudad de México se puede ejemplificar con el escándalo suscitado cuando las autoridades de la Alcaldía Miguel Hidalgo decomisaron los triciclos de los vendedores ambulantes, bajo el argumento de que sólo un porcentaje limitado del espacio público podría ser ocupado durante la contingencia. Este hecho indignó a múltiples personas en redes sociales ya que lo percibieron como una forma de privación del sustento de estas familias de recursos limitados.
Respecto a la violencia cultural, en el país se identifican variables de tipo social, como la escolaridad, que generan impactos diferenciales de la pandemia. De acuerdo con los datos del Subsistema Epistemológico y Estadístico de Defunciones 2020, se observa que los sujetos con escolaridad básica han sido las principales víctimas del virus, seguidos por la población con educación media superior y superior. Asimismo, si se considera la variable laboral se identifica que las personas con ocupaciones no remuneradas también son parte del mayor porcentaje de contagios, a diferencia de los funcionarios, los directivos, y las personas que se dedican a las actividades agrícolas o comerciantes.
Por tanto, el reto se encuentra en considerar los diferentes tipos de violencia y dar solución al desempleo ya que, en el caso particular de México, es evidente la necesidad de una reactivación económica que no ponga en riesgo la salud de las personas.
2.2. La resolución de conflictos de manera no violenta
El término «conflicto» tiene su origen en la palabra latina «conflictus», que significa chocar, afligir o infligir, y se refiere a una confrontación o problema que implica una lucha, pelea o combate. Históricamente, el conflicto ha sido asociado con desgracia o mala suerte, considerándose como algo anormal o patológico, relacionado con la violencia en general y como una situación emocional desafortunada para quienes están involucrados en él.
Este tipo de enfrentamientos surge cuando personas o grupos desean realizar acciones que son incompatibles entre sí, lo que lleva a que la posición de uno sea vista por el otro como un obstáculo para alcanzar sus propios deseos. Es importante destacar que el conflicto no siempre se origina exclusivamente por la disputa de recursos, sino también por una percepción errónea del acceso a los mismos.
El conflicto también puede ser definido como un estado emotivo doloroso, generado por tensiones entre deseos opuestos y contradictorios, que resulta en dificultades en las relaciones interpersonales y sociales, y suele manifestarse en forma de estrés, una reacción común ante esta situación. Además, el conflicto puede surgir como consecuencia de la incompatibilidad entre conductas, objetivos, percepciones y/o emociones entre individuos y grupos que persiguen metas diferentes.
La interacción en la vida diaria tiene un gran impacto en la forma en que las personas gestionan las diferencias que surgen entre ellas. Por lo tanto, se debe promover la participación activa de todas las partes involucradas en el conflicto, considerando los diversos ámbitos en los que se desarrollan. Es fundamental reconocer que los problemas y conflictos son parte normal de la vida cotidiana y que no deben ser evitados, sino enfrentados de manera adecuada. La naturaleza y la gestión del conflicto son aspectos cruciales que determinan su impacto en la vida y en la sociedad. De hecho, el conflicto puede ser una fuerza impulsora del cambio social y un elemento creativo en las relaciones humanas, generando debates y aprendizajes en la práctica social.
En este sentido, el conflicto se puede ver como una oportunidad para potenciar las habilidades de las personas involucradas. Para lograrlo, es esencial entender las diversas características del conflicto, sus múltiples orígenes, componentes, tipos y niveles, así como sus efectos y las formas adecuadas e inadecuadas de manejarlo. También es importante considerar las personalidades conflictivas y desarrollar habilidades para resolver los conflictos de manera constructiva. Así pues, el conflicto puede surgir por diferentes factores que deben identificarse como lo son:
- La subjetividad de la percepción, teniendo en cuenta que las personas captan de forma diferente un mismo objetivo
- Las fallas de la comunicación, dado que las ambigüedades semánticas tergiversan los mensajes.
- La desproporción entre las necesidades y los satisfactores, porque la indebida distribución de recursos naturales y económicos generan rencor entre los integrantes de una sociedad.
- La información incompleta, cuando quienes opinan frente a un tema sólo conocen una parte de los hechos.
- La interdependencia, teniendo en cuenta que la sobreprotección y la dependencia son fuente de dificultades.
- Las presiones que causan frustración, ya que esta se presenta cuando los compromisos adquiridos no permiten dar cumplimiento a todo, generando un malestar que puede desencadenar un conflicto.
- Las diferencias de carácter; porque las diferentes formas de ser, pensar y actuar conllevan a desacuerdos.
Los elementos que conforman un conflicto son los siguientes:
Las partes del conflicto: Son los individuos, grupos, comunidades o entidades sociales que están involucrados de manera directa o indirecta en la confrontación. Estas partes tienen intereses, expectativas, necesidades o aspiraciones relacionadas con el conflicto. Identificar quiénes son las partes principales en un conflicto implica preguntarse quiénes tienen interés en la situación y quiénes serán afectados por los cambios resultantes de dicho conflicto. Las partes pueden asumir diferentes roles:
a) Partes principales: Tienen un interés directo en el conflicto y buscan activamente promover sus propios intereses.
b) Partes secundarias: Muestran interés en el resultado del acuerdo, pero pueden no percibir claramente la existencia del conflicto y, por lo tanto, decidir si desempeñan un papel activo o son representadas en el proceso de toma de decisiones.
c) Intermediarios: Intervienen para facilitar la resolución del conflicto y mejorar la relación entre las partes. Pueden ser imparciales y no tener intereses específicos en un resultado particular o pueden actuar como facilitadores.
El proceso: Comprende la dinámica y la evaluación del conflicto, determinadas por las actitudes, estrategias y acciones de los diferentes actores involucrados.
Los asuntos: Son los temas que conciernen a las partes en conflicto. Definir los asuntos es un desafío importante para un profesional, ya que en ocasiones el conflicto puede estar oculto o las partes pueden estar confundidas y no ver claramente los temas en disputa, especialmente cuando son vulnerables. También puede suceder que las partes no estén de acuerdo con los asuntos que son la fuente legítima del conflicto, debido a que estos involucran intereses y valores.
El problema: Se refiere a la situación que origina el conflicto, los objetivos de la disputa y sus motivos.
Los objetivos: Corresponden a las decisiones conscientes, condiciones deseadas y resultados futuros que buscan las partes involucradas en el conflicto.
Resolución de conflictos
Las formas alternativas de resolución de conflictos son mecanismos no formales y colaborativos que contribuyen a humanizar las confrontaciones, involucrando a una tercera persona especializada en resolución y prevención de conflictos. Estas formas son especialmente útiles cuando la convivencia diaria, familiar o comunitaria ha sido afectada de manera intencional y repetitiva, causando daño emocional, social, físico o legal a una persona. Las figuras alternativas permiten a los individuos convertirse en impulsores de cambios proactivos que promuevan el bienestar mutuo y beneficien a todas las partes involucradas.
En la Constitución Política reconoce la posibilidad de que particulares ejerzan funciones de árbitros o conciliadores para resolver diversos problemas que afecten a personas, grupos y comunidades. Entre las formas alternativas de resolución de conflictos se encuentran:
a. Negociación
Es el proceso a través del cual los actores o partes involucradas llegan a un acuerdo. Se trata de un modo de resolución pacífica, manejado a través de la comunicación, que facilita el intercambio para satisfacer objetivos sin usar la violencia. La negociación «es una habilidad que consiste en comunicarse bien, escuchar, entender, recibir feedback, buscando una solución que beneficie a todos. Cuando la gente usa la violencia, a veces las cuestiones se complican. Las partes involucradas negocian fundamentadas en el respeto y la consideración; los intereses corresponden a lo que dificulta la negociación; lo que las partes reclaman y lo que se busca satisfacer son las necesidades, deseos o cuestiones materiales.
En la revista Desarrollo y Cooperación de Alemania, la negociación es considerada como la relación que logra equilibrar intereses opuestos, articular diversidad de oposiciones y conciliar diferencias a través de pactos concebidos, neutralizando divergencias y puntos de vista concebidos como antagónicos por los actores vinculados. Esta actividad lleva implícitos procesos de aprendizaje y fortalece una cultura democrática caracterizada por el debate, el escrutinio y la crítica abierta de las ideas, intereses y proyectos que integran la comunidad.
La negociación implica el buen manejo de los procedimientos para cada una de las partes involucradas, es decir, exige un manejo sistemático mediante el cual se legitima un acuerdo en el que se comprometen los actores. Por lo tanto, es necesario planificar el proceso, tener claros los objetivos propios y los de la contraparte, clarificar los intereses particulares, saber sobre qué aspectos se está dispuesto a ceder y diseñar estrategias para el logro de los objetivos propuestos.
b. Mediación
Consiste en un proceso en el que una persona imparcial, el mediador, coopera con los interesados para encontrar una solución al conflicto. Se trata de un sistema de negociación facilitada, mediante el cual las partes involucradas en un conflicto, preferiblemente asistidas por sus abogados, intentan resolverlo, con la ayuda de un tercero imparcial (el mediador), quien actúa como conductor de la sesión ayudando a las personas que participan en la mediación a encontrar una solución que les sea satisfactoria.
El mediador escucha a las partes involucradas para determinar los intereses y facilitar un camino que permita encontrar soluciones equitativas para los participantes en la controversia. El acuerdo no produce efectos jurídicos, salvo que las partes acuerden formalizarlo en una notaría o centro de conciliación.
La mediación es de gran utilidad en el ámbito de lo general viabilizando la comunicación entre los actores. Allí el mediador es fundamental, pues de alguna forma contribuye a la resolución del conflicto, brinda una orientación cooperativa y competitiva procurando el beneficio de las partes, y busca eliminar o reducir la conducta conflictiva. El conjunto implícito de normas y valores proporciona el fundamento del marco de la mediación, guiando las expectativas de los actores, y está relacionado con la capacidad de hacer concesiones, tanto al mediador — qué contribución puede hacer para llegar a un acuerdo— como a las partes o actores —capacidad de los actores para reunir apoyo para hacer concesiones o modificar sus posiciones originales y alcanzar un acuerdo—. Finalmente, la mediación se basa en la adopción de premisas normativas referidas al poder, la confianza y la capacidad de hacer concesiones.
Conciliación
Se trata de un proceso o conjunto de actividades a través del cual las personas o partes involucradas en un conflicto pueden resolverlo mediante un acuerdo satisfactorio. Adicional a las partes, interviene una persona imparcial denominada conciliador, que actúa con el consentimiento de las partes o por mandato de la ley, para ayudar a los actores a llegar a un acuerdo que los beneficie. «Este proceso busca complementar el sistema tradicional de justicia, mediante un procedimiento breve en el cual una autoridad judicial o administrativa interviene como un tercero para lograr posibles soluciones a un problema que involucra a dos o más personas en controversia» (CENASEL, 1998).
La conciliación es un proceso de civilidad porque los acuerdos son el resultado del ejercicio pacífico y democrático del derecho a la controversia, en el cual se involucra de manera directa a los actores interesados en arreglar las diferencias, procurando acuerdos recíprocos y satisfactorios sin que se presenten vencidos ni vencedores, activando la comunicación, reduciendo y aliviando las tensiones, y evitando la escalada del conflicto. Por lo tanto, es necesario comprender acertadamente el conflicto para verlo como una totalidad y una fuente de transformaciones que contribuyen al crecimiento y evolución de los diferentes grupos sociales —entre ellos, el sistema familiar—, permitiendo relaciones más gratificantes y no la dominación y la imposición, así como la visión «tú pierdes, yo gano». Como acto democrático, se fundamenta en la capacidad de los ciudadanos y ciudadanas para ser autores del conflicto y generadores de soluciones, asunto en el cual se determina la igualdad entre las partes, la legitimidad de sus intereses y la voluntad para negociar y concertar acuerdos, sintetizando el ejercicio de la democracia.
Imagen 1. La conciliación es un proceso de civilidad porque los acuerdos son el resultado del ejercicio pacífico y democrático del derecho a la controversia.
El proceso democrático de la conciliación se desarrolla a través de varias fases: a) la fase inicial, en la cual se define el contexto de la conciliación; b) la fase de intercambio de historias, donde se definen los puntos de vista de cada uno de los actores, los hechos y sentimientos; c) la fase de situación del conflicto, es decir, donde se concretan los puntos a tratar y se enfatiza en lo conciliable; d) la fase donde se generan soluciones, promoviendo su búsqueda y su selección; y e) la fase en la cual se establecen los acuerdos y el cierre que se especifican en un acta.
Arbitramento
Se trata de un proceso mediante el cual un tercero, que es un particular, decide sobre el caso que se le presenta y las partes o actores aceptan la decisión. Se parece a un juicio donde el árbitro es elegido por las partes, en procura de la conciliación. En este proceso, la decisión del tribunal de arbitramento se asimila a la sentencia de un juez y es denominada «laudo arbitral». El árbitro actúa como auxiliar de la justicia, buscando que esta se haga más clara para que los actores interesados puedan determinar las reglas de procedimiento y se convierta en un instrumento comunitario.
Para concluir, se puede afirmar que actuando y enseñando las ideas y los ideales de la resolución de conflictos manejados a través de las alternativas de resolución entre quienes conforman la sociedad, se puede contribuir a la reducción de la violencia y al fortalecimiento de espacios pacíficos para las futuras generaciones.
Revisa el siguiente video para profundizar sobre las formas alternativas de resolución de conflictos:
Promover estas ideas y métodos de resolución de conflictos en la sociedad puede contribuir a reducir la violencia y fortalecer espacios pacíficos para las generaciones futuras.
2.3. Grupos vulnerables
Cuando se habla de grupos vulnerables o grupos en situación de vulnerabilidad y marginación, se considera que se refiere a grupos de personas que padecen una serie de desventajas derivadas de un conjunto de factores sociales y de características jurídicas, personales y culturales, a decir de las Naciones Unidas son los siguientes:
- Niños y adolescentes
- Mujeres y niñas
- Personas con discapacidad
- Migrantes, refugiados y solicitantes de asilo
- Personas LGBTI
- Personas mayores
a. Niños y adolescentes
La prevención de la mortalidad infantil debe seguir siendo una prioridad mundial. Pero más allá de la mera supervivencia, los niños tienen derecho a prosperar, a desarrollarse de forma integral hasta alcanzar su pleno potencial y a disfrutar de una buena salud física y mental en un mundo sostenible. La primera infancia es un momento crucial para invertir eficazmente en la salud individual y social. La primera infancia debe recibir una atención significativamente mayor y una respuesta más adecuada por parte de todos los actores relevantes.
El derecho de los niños pequeños a un desarrollo saludable es clave para promover y proteger el derecho a la salud a lo largo de la vida, y para fomentar el desarrollo humano sostenible. Los tres elementos críticos del desarrollo infantil saludable son:
- Un cuidado estable, receptivo y enriquecedor;
- Entornos seguros y de apoyo; y
- Una nutrición adecuada.
Estos elementos pueden salvaguardarse a través de buenas prácticas como el embarazo y el parto planificados y seguros, las vacunas para la prevención de enfermedades y la protección de los niños contra toda forma de violencia, negligencia y abuso, entre otras.
En la adolescencia, las desigualdades se vuelven más marcadas en términos de acceso a los servicios, decisiones de vida y trayectorias futuras. Las bases sentadas durante la adolescencia para la seguridad emocional, la salud, la educación, las habilidades, la resiliencia y la comprensión de los derechos tienen profundas implicaciones para el desarrollo social, económico y político de los adolescentes. Los costes de fallar a los adolescentes son altos. Por eso hay que prestar más atención al derecho de los adolescentes al más alto nivel posible de salud y desarrollo.
Aunque los propios adolescentes tienen la capacidad de contribuir a su propia salud y bienestar, sólo pueden alcanzar este objetivo si los Estados respetan y protegen sus derechos. Los Estados deben facilitarles el acceso a las condiciones, los servicios y la información necesarios.
b. Mujeres y niñas
Las mujeres y las niñas se enfrentan a importantes obstáculos para el pleno disfrute de su derecho a la salud, en particular cuando se trata de la salud sexual y reproductiva. Debido a ciertas interpretaciones restrictivas de los valores y creencias religiosas y culturales -que dominan el discurso político y la praxis en ciertos países-, las mujeres y las niñas no siempre tienen un acceso adecuado a los servicios integrales de salud sexual y reproductiva o a la educación.
El mandato ha examinado la interacción entre las leyes penales y otras restricciones legales relacionadas con la salud sexual y reproductiva y el derecho a la salud. La realización del derecho a la salud requiere la eliminación de las barreras que interfieren en la toma de decisiones individuales sobre cuestiones relacionadas con la salud. Requiere el acceso a los servicios de salud, a la educación y a la información, en particular sobre las condiciones de salud que sólo afectan a las mujeres y a las niñas. En los casos en que se crean barreras legales, es obligación del Estado eliminarlas inmediatamente para garantizar el pleno disfrute del derecho a la salud.
La violencia de género es también un problema de salud pública. Está asociada a consecuencias adversas en la salud física y mental de las mujeres afectadas. Entre los ejemplos de prácticas nocivas contra las mujeres y las niñas se encuentran el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina.
El matrimonio precoz suele estar asociado a embarazos precoces y frecuentes, que dan lugar a mayores tasas de mortalidad y morbilidad infantil y materna. El matrimonio infantil también hace que las niñas abandonen la escuela y aumenta el riesgo de violencia doméstica.
La extirpación de los genitales externos femeninos por razones no médicas o no sanitarias puede tener múltiples consecuencias inmediatas y a largo plazo para la salud. La Relatora Especial ha subrayado que se trata de una forma de violencia contra las mujeres y las niñas -aunque no se pretenda que lo sea- y una violación de sus derechos humanos básicos y libertades fundamentales, incluido su derecho a la salud.
Abordar las prácticas tradicionales nocivas es una de las obligaciones fundamentales de los Estados parte de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y la Convención sobre los Derechos del Niño. Estas prácticas constituyen una negación de la dignidad y la integridad de las personas afectadas; se basan en una discriminación y una violencia inaceptables por motivos de sexo, género, edad y otros; y a menudo causan graves daños o sufrimientos físicos y/o psicológicos.
c. Personas con discapacidad
Todas las personas con discapacidad tienen derecho a la salud, incluido el acceso a servicios sanitarios de calidad. Las personas con discapacidad no deben ser discriminadas y deben disfrutar del derecho a la salud en sus comunidades como lo hacen las personas sin discapacidad. Con demasiada frecuencia, los niños y adultos con diferentes formas de discapacidad se ven privados de la plena realización del derecho a la salud.
Las normas de derechos humanos establecidas por la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) presentan una buena ocasión para repensar el legado histórico de los modelos anteriores y alejarse de las prácticas que van en contra de los derechos humanos y del enfoque moderno de la salud pública. Existe una oportunidad única e histórica para acabar con el legado del uso excesivo y erróneo del modelo biomédico.
La Convención de la CDPD está desafiando las prácticas tradicionales de la psiquiatría, tanto a nivel científico como de la práctica clínica. En este sentido, es muy necesario debatir cuestiones relacionadas con los derechos humanos en la psiquiatría y desarrollar mecanismos para la protección efectiva de los derechos de las personas con discapacidades mentales.
Los argumentos tradicionales que restringen los derechos humanos de las personas diagnosticadas con discapacidades psicosociales e intelectuales, que se basan en la necesidad médica de proporcionar a esas personas el tratamiento necesario y/o de proteger su seguridad o la seguridad pública, están siendo seriamente cuestionados, ya que no se ajustan a la Convención.
d. Migrantes, refugiados y solicitantes de asilo
El derecho a la salud de los trabajadores migrantes, incluidos los trabajadores migrantes poco cualificados, así como los migrantes irregulares, los refugiados y los solicitantes de asilo, señala la responsabilidad de los Estados y de los agentes no estatales de respetar, proteger y realizar su derecho a la salud.
Hay una serie de cuestiones relevantes en relación con los trabajadores inmigrantes, entre ellas:
- La responsabilidad del Estado de origen de facilitar el acceso a la información y de regular las agencias de contratación;
- Derecho a la salud en relación con las políticas de inmigración, como las pruebas médicas obligatorias, la detención y la deportación de trabajadores inmigrantes irregulares o con un estado de salud específico;
- Acceso a instalaciones, bienes y servicios sanitarios, especialmente por parte de los trabajadores migrantes irregulares;
- industrias específicas que comprenden trabajos normalmente rechazados por la población local y considerados degradantes;
- La salud mental de los trabajadores inmigrantes; y
- la cuestión de las trabajadoras migrantes y su derecho a la salud sexual y reproductiva.
Los trabajadores migrantes suelen iniciar el proceso migratorio como personas relativamente sanas. Sin embargo, la complejidad y la diversidad de circunstancias a lo largo del ciclo migratorio pueden hacerlos muy vulnerables a una mala salud física y mental, comprometiendo el disfrute de otros derechos.
Al ordenar que la no discriminación informe todos los aspectos de la política estatal, el marco del derecho a la salud no permite ninguna distinción entre los trabajadores migrantes regulares e irregulares, por un lado, y los nacionales de los Estados, por otro. En este sentido, difiere de la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, que permite a los trabajadores migrantes irregulares acceder a instalaciones, bienes y servicios sanitarios sólo cuando los necesitan con urgencia. La no discriminación exige que los derechos socioeconómicos, como el acceso a instalaciones, bienes y servicios sanitarios, estén disponibles por igual para nacionales y no nacionales, incluidos los trabajadores migrantes irregulares.
Las políticas migratorias existentes en todo el mundo han provocado un elevado número de inmigrantes, refugiados y solicitantes de asilo detenidos. Una de las principales preocupaciones son sus necesidades de salud mental y física. Los largos periodos de detención y las malas condiciones de vida facilitan la transmisión de enfermedades contagiosas y pueden tener efectos devastadores en la salud mental de los migrantes. Esto se agrava en el caso de los solicitantes de asilo y los refugiados, que a menudo sufren traumas previos por la violencia, la persecución y el desplazamiento.
e. Lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales
Las leyes penales relativas a las conductas sexuales consentidas entre personas del mismo sexo, la orientación sexual y la identidad de género suelen infringir varios derechos humanos, incluido el derecho a la salud. Por lo general, estas leyes son intrínsecamente discriminatorias y, como tales, infringen los requisitos del enfoque del derecho a la salud, que exige la igualdad de acceso para todas las personas.
Las repercusiones de la discriminación basada en la conducta y la orientación sexuales sobre la salud son de gran alcance, e impiden a las personas afectadas acceder a otros derechos económicos, sociales y culturales. A su vez, la vulneración de otros derechos humanos repercute en la realización del derecho a la salud, por ejemplo, impidiendo el acceso al empleo o a la vivienda.
Estas infracciones socavan en última instancia la dignidad inherente de las personas en la que se basa el marco internacional de los derechos humanos. Negar la dignidad de las personas mediante la penalización de ciertas conductas disminuye sustancialmente su autoestima y, al hacerlo, impide la realización del derecho a la salud. La despenalización de estas conductas es necesaria para abordar el desempoderamiento al que se enfrentan las personas y las comunidades afectadas, y para permitir la plena realización del derecho a la salud.
f. Personas de edad
Teniendo en cuenta el importante ritmo de envejecimiento del mundo, es necesario un cambio de paradigma. La sociedad debería ir más allá de la simple búsqueda de un envejecimiento saludable y empezar a trabajar por un envejecimiento activo y digno, que se planifique y apoye como cualquier otra etapa del curso de la vida del individuo.
El envejecimiento activo y digno de las personas mayores requiere replantear el concepto de envejecimiento de la sociedad para centrarse más en la participación continuada de las personas mayores en la vida social, económica, cultural y cívica, así como en sus continuas contribuciones a la sociedad.
El enfoque del derecho a la salud es indispensable para el diseño, la aplicación, el seguimiento y la evaluación de las políticas y los programas relacionados con la salud a fin de mitigar las consecuencias del envejecimiento de la sociedad y garantizar el disfrute de este derecho humano por parte de las personas de edad. En consecuencia, las instalaciones, los bienes y los servicios de salud deben estar disponibles, ser accesibles, asequibles, aceptables y de buena calidad para las personas de edad. Alentar a las personas de edad a permanecer activas desde el punto de vista físico, político, social y económico durante el mayor tiempo posible beneficiará no sólo al individuo, sino también a la sociedad en su conjunto.
Para cerrar con lo relativo a los grupos vulnerables en México, revisemos el siguiente video:
Conclusión
México es un país que enfrenta importantes retos relativos al establecimiento y mantenimiento de la paz. Para fortalecer la Cultura de la Paz en México y en el mundo, cada individuo tiene un papel crucial. Mantener relaciones basadas en el respeto, empatía y solidaridad, seguir las normas y reglas de convivencia, y contribuir al fortalecimiento de la ciudadanía y la participación son acciones fundamentales. La educación y formación cívica juegan un papel central en este proceso.
En conclusión, en esta clase se destaca que para lograr una convivencia pacífica y promover una cultura de la paz, es fundamental fomentar la participación activa, el respeto, la inclusión, la empatía, el altruismo y la responsabilidad social en la sociedad mexicana. Se abordan los diferentes tipos de violencia y desafíos estructurales necesarios de superar para construir una sociedad más armoniosa y pacífica y en general, se destaca la importancia de eliminar la discriminación y garantizar el acceso igualitario a servicios de salud para todos los grupos vulnerables, promoviendo así una sociedad más inclusiva y justa.
Ideas clave:
- La Cultura de la Paz implica mucho más que la ausencia de violencia. Es una construcción colectiva que requiere participación activa, respeto, corresponsabilidad y gestión eficiente de conflictos.
- La convivencia pacífica se basa en la inclusión, el respeto a la pluralidad y el reconocimiento de logros y capacidades. Los líderes juegan un papel crucial en promover una convivencia pacífica. La efectividad del Estado también representa un reto, ya que la corrupción e impunidad debilitan las capacidades institucionales para garantizar los derechos de las personas y enfrentar la violencia. Fortalecer las instituciones y la confianza en su incorruptibilidad es fundamental para una convivencia pacífica.
- El altruismo, la empatía y la responsabilidad social son fundamentales para una convivencia pacífica. Actuar de manera altruista, sin esperar recompensas, es beneficioso para la sociedad.
- México enfrenta desafíos significativos en la construcción de la paz, incluyendo la violencia estructural y cultural, así como la falta de un discurso colectivo para abordar la violencia. La recuperación y restauración del tejido social roto es una tarea compleja que requiere la participación tanto de individuos como de comunidades e instituciones. Es esencial restablecer valores compartidos, confianza ciudadana y relaciones sólidas entre personas, grupos e instituciones para lograr una convivencia pacífica y cohesionada.
- La violencia se presenta en tres aspectos: violencia cultural definida como cualquier aspecto de una cultura que pueda ser utilizada para legitimar la violencia en su forma directa o estructural. La violencia simbólica introducida en una cultura no mata ni mutila como la violencia directa o utiliza la explotación como la violencia incorporada en una estructura. Sin embargo, se utiliza para legitimar ambas o una de ellas, como por ejemplo en el concepto de raza superior.
- El conflicto es una parte normal de la vida cotidiana y puede surgir por diferentes razones, como la percepción errónea, la falta de comunicación, la distribución desigual de recursos y las diferencias de carácter.
- La resolución de conflictos de manera no violenta implica promover la participación activa de todas las partes involucradas y entender las diferentes características del conflicto, como las partes, los asuntos, el problema y los objetivos.
- El conflicto puede ser una oportunidad para potenciar las habilidades de las personas involucradas y generar cambios sociales constructivos.
- Las formas alternativas de resolución de conflictos, como la negociación, la mediación, la conciliación y el arbitraje, son mecanismos no formales y colaborativos que contribuyen a humanizar las confrontaciones y promover el bienestar mutuo.
- Grupos vulnerables son aquellos que padecen desventajas debido a factores sociales, jurídicos, personales y culturales e incluyen a niños y adolescentes, mujeres y niñas, personas con discapacidad, migrantes, refugiados y solicitantes de asilo, personas LGBTI y personas mayores.
a. Para garantizar el derecho a la salud de los niños y adolescentes, es fundamental invertir en su desarrollo integral y acceso a servicios de calidad.
b. Las mujeres y niñas enfrentan obstáculos en el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, y la violencia de género es un problema de salud pública.
c. Las personas con discapacidad tienen derecho a la salud y deben recibir servicios de calidad sin discriminación.
d. Los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo tienen derecho a la salud y deben recibir atención adecuada y no discriminatoria.
e. Las personas LGBTI enfrentan discriminación y criminalización, lo que afecta su acceso a servicios de salud.
f. El envejecimiento activo y digno de las personas mayores requiere políticas y programas que garanticen su derecho a la salud y su participación en la sociedad.
Me da gusto que estés motivado para continuar, recuerda que el éxito es la suma de pequeños esfuerzos, repetidos día tras día. Ánimo, ahora sólo te falta que realices y envíes la tarea asignada.
¡Sigue adelante, sé que puedes!
Fuentes de información
- Convivencia pacífica
- FUQUEN ALVARADO, M.E (2003) LOS CONFLICTOS Y LAS FORMAS ALTERNATIVAS DE RESOLUCIÓN. Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, Artículo de Reflexión