La transición a la sociedad digital:
un cambio de paradigma
Introducción
La naturaleza de la humanidad está fundada en la idea del ser social. Somos sensibles a todo fenómeno que ocurre a nuestro alrededor, pero sobre todo buscamos la interacción con los otros: nos comunicamos. Las formas en que nos comunicamos se han transformado con el paso del tiempo; entre los eventos más representativos que han ocurrido al respecto encontramos la invención de la imprenta, artefacto que permitió divulgar información de una manera inédita hasta entonces. En nuestros días, la aparición del internet ha sido comparada con la invención de Gutenberg; su nacimiento ha permitido el establecimiento de redes de información que impactaron en numerosos aspectos de nuestra cotidianidad: desde la forma en que nos comunicamos, hasta las maneras en que resolvemos cuestiones prácticas como el pago de servicios, las dinámicas de negocios, la portabilidad de la música y otras cuestiones relacionadas con el ocio, etc.
El progreso tecnológico ha modificado de manera considerable nuestros hábitos y comportamientos a causa de la digitalización. Esta, entendida como un proceso mediante el cual la tecnología digital se implanta en la sociedad en su conjunto, ha repercutido en su organización, gestión y movimiento. Aunque hay sectores que empiezan por reconocer los contornos de esta revolución digital, es un hecho que actualmente la digitalización ha permeado en gran parte de la vida pública y privada: trabajamos, nos organizamos, nos relacionamos o nos divertimos desde plataformas asociadas a las tecnologías digitales. Del mismo modo, este progreso tecnológico moldea actividades como el trabajo, el ocio, la organización en términos políticos y, por supuesto, la educación.
A nivel global, poco a poco se desarrolla infraestructura para prestar servicios basados en internet, al tiempo que se generan campañas educativas para formar a las nuevas generaciones en temas relacionados con las tecnologías de la información y con las habilidades ejecutivas requeridas por la economía digital. Por otro lado, la idea del trabajo como una actividad destinada a lograrse en un tiempo y espacio determinado también se ha modificado: cada vez más distintas tareas se desplazan de las limitaciones impuestas por la era industrial. La digitalización ha traído consigo nuevas formas de cultura laboral y procesos de creación de valor. Peter F. Drucker lo explica al señalar que, dentro de la sociedad del conocimiento por la que actualmente transitamos, el trabajo humano incrementa su exigencia en términos intelectuales. Los procesos rutinarios han sido delegados a mecanismos y aparatos específicos, por lo que la participación humana requerida para insertarse en la sociedad digital deberá ser especializada e innovadora. Es aquí donde entra en juego la colaboración de las instituciones educativas. Es imprescindible proveer el conocimiento necesario sobre cómo la sociedad puede manipular la tecnología digital para su beneficio. Promover la curiosidad, la apertura frente a la innovación y el aprendizaje a lo largo de la vida será una de las tareas que los profesores de la era digital tendrán a cargo, esto sumado a las competencias que deberán adquirir tanto para utilizar las herramientas que la tecnología les ofrece como para vincular sus experiencias con sus estudiantes en un nuevo paradigma educativo.
La educación en una sociedad digital
Pese a los distintos contextos que ofrece el panorama de la educación a nivel global, lo cierto es que la inmersión de la digitalización en las instituciones educativas es irreversible. El cambio de paradigma es necesario en tanto que, hoy por hoy, es necesario buscar alternativas educativas que respondan no solo a lo vertiginoso de la cotidianidad (en términos de flexibilidad de horarios), sino que se preocupen por el alcance de los servicios educativos de calidad en distintas latitudes, por las acciones de carácter ecológico-sustentable y de que estén preparadas a enfrentar situaciones emergentes a partir del manejo no solo de las herramientas tecnológicas, sino de las estrategias didácticas que mejor se adaptan a la digitalización.
Los procesos de digitalización en la educación deben, además, incorporar las habilidades del siglo XXI que en ocasiones son obviadas por los paradigmas tradicionales: creatividad, comunicación, colaboración, pensamiento crítico, competencias para una economía y una sociedad cuyo carácter esté definido por lo abierto e innovador. Una de las bases medulares de la transformación digital, trasladada a la educación, es la creación de redes y las dinámicas de trabajo más colaborativas, donde las jerarquías son reemplazadas por las contribuciones en equipo.
Ahora, aunque la digitalización en la educación sea un proceso que genera un abanico de beneficios y posibilidades tanto para estudiantes como para profesores, es necesario señalar que los recursos para implementar la experiencia de la educación mediada por las tecnologías no siempre está disponible: se trata de un proceso con distintas fases que abarca desde el diseño educativo, atraviesa la producción técnica y desemboca en una integración didáctica armónica de los nuevos contenidos desde las herramientas idóneas. El papel de las instituciones educativas como gestoras de apoyos institucionales es crucial para que su personal no considere la digitalización como una estrategia invasiva o, incluso, ineficiente. A lo anterior, es menester sumar el hecho de que, para lograr un proceso exitoso de digitalización educativa, deben existir los materiales necesarios; el aprendizaje digital requiere del libre acceso en sus recursos, de modo que estos puedan ser utilizados, modificados y distribuidos por profesores y estudiantes desde el marco de la legalidad. En este sentido, la oferta académica permeada por la digitalización debe desvincularse de perseguir únicamente intereses privados, pues el acceso al conocimiento y a las habilidades descritas con anterioridad representan beneficios no solo para el sistema educativo, sino para la sociedad en general.
Los retos para la sociedad digital
Reconocer las transformaciones que atraviesa la sociedad respecto a la incorporación de las tecnologías en sus distintos procesos es un punto de fuga hacia la toma de acciones efectivas para que cada una de las dinámicas en que se incorpora la digitalización resulte positiva. La fundación Friedrich-Ebert, en su congreso celebrado en 2015-2017 planteaba ya algunas inquietudes en torno a la digitalización que en nuestros días aún se problematizan:
- ¿Cuáles son las oportunidades que ofrece la digitalización a la economía y el desarrollo? ¿Ponen en peligro el bienestar social?
- ¿Cómo se modifican los asuntos públicos y los procesos políticos bajo las condiciones creadas por la digitalización?
- ¿Amenazan los procesos de digitalización con provocar privatizaciones o perjudicar las libertades individuales?
- ¿Es posible que la digitalización esté creando nuevas formas de solidaridad o, por el contrario, provocando una sociedad dividida?
A lo anterior, sumamos cuestiones como la participación social activa dentro de la era digital, así como la creación de valores sostenibles y de las pautas relacionadas con la responsabilidad en los procesos de digitalización. Aunque la revolución digital representa oportunidades de emancipación, participación y libre acceso al conocimiento, la dramática brecha digital que existe a nivel global representa un riesgo. Una vez que se haya trabajado disminuir la brecha digital, será momento de debatir cómo la digitalización es un proceso que no solo amplía la cobertura respecto al acceso al conocimiento en términos espacio-temporales, sino que incorpora las experiencias de voces que, desde las perspectivas históricas, han sido desplazadas por razones de sexo, raza o clase. La digitalización en la sociedad invita a discutir y profundizar en temas que en nuestros días resultan urgentes.
Texto: Liliana Magdaleno Horta
Para conocer más información del tema, consulta el siguiente documento: https://library.fes.de/pdf-files/fes/12350.pdf