Clase digital 4. Poesía anahuaca en el periodo novohispano

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Poesía anahuaca en el periodo novohispano

Presentación del tema

¡Hola respetable estudiante!

¿Cómo te has sentido? ¿Qué te ha parecido esta unidad de aprendizaje? Espero que la  encuentres fascinante. Te comparto los siguientes temas de la última clase que son muy interesantes, ampliarán tus conocimientos y desarrollarán tus habilidades.

Durante esta sesión, revisaremos una muestra de la poesía anahuaca en el periodo novohispano. Para ello te presentamos un par de recursos con la intención de que conozcas otro punto de vista respecto al contexto cultural anterior a 1521 en la región geográfica hoy llamada México, y el contexto cultural anterior a 1492 en el continente, después llamado América.

Es necesario estudiar con detenimiento cada uno de los materiales, pues será a partir de tu reflexión que podrás construir una perspectiva integral sobre el tema y posicionarte respecto a estos conocimientos. 

Los recursos a revisar son los siguientes:

  • Verdades de México ¿Qué es Anáhuac? Este video presenta la definición del toponímico Anáhuac y precisa los equívocos respecto a la geografía y contexto cultural en la región, previo al arribo de Hernán Cortes.
  • ¿América o Abya Yala – Un continente invisibilizado. Este video presenta la definición del toponímico Abya Yala y precisa los equívocos respecto a la geografía y contexto cultural en la región, previo al arribo de Cristóbal Colón.

¡Te invito a conocer con mucho ánimo más sobre el tema!

Objetivo didáctico de la clase

Conocer una muestra de la Poesía anahuaca en el periodo novohispano, a través del análisis de su elaboración textual con base en la noción flor, canto, para construir una perspectiva integral de la poesía originaria en el periodo novohispano, con un anclaje a la poesía actual originaria en el territorio nacional.

Contenido didáctico

A continuación, se presenta el contenido didáctico de acceso abierto o institucional para profundizar en el tema.

No.Nombre del recursoSinopsisTipo de recursoEnlace Web
1Verdades de México ¿Qué es Anáhuac?Vídeo que explica el toponímico Anáhuac.Video[Acceder]
2¿América o Abya Yala ׀ Un continente invisibilizado.Vídeo que explica el toponímico Abya Yala.Video[Acceder]

Material didáctico complementario

No.Nombre del recursoSinopsisTipo de recursoEnlace Web
1Abya Yala: ¿Es realmente el verdadero nombre de América?Vídeo que explica el toponímico Abya Yala y su contexto cultural.Video[Acceder]

Resumen e ideas relevantes de la clase digital

Resumen de la clase:

A saber, la historia oficial afianzó el equívoco sobre que el idioma náhuatl y su visión de mundo eran solo el del totalitarismo azteca impuesto a las demás naciones que habitaban Anáhuac. 

Sin embargo, los estudios etnoantropológicos del siglo pasado mostraron que la visión del mundo náhuatl, descendientes de los toltecas, era una apropiación de dominio de la cultura azteca. Es decir, las raíces del saber náhuatl tenían sus raíces dos milenios atrás, con los pobladores de la mítica Tamoanchan, toponímico que significa: “nosotros buscamos nuestra casa”, y refiere a las gentes venidas del Golfo de México poseedores del calendario y los libros sagrados que regirían el mundo náhuatl del siglo XV y XVI. 

La arqueología demuestra para contento de los posibles cuestionamientos al mito, vestigios de una escritura y calendario en el año 600 a.C., aunque los documentos nahuas se remontan “cerca de un milenio a. C.”  

El boom de investigación indigenista, conocido a mitad del siglo XX como Toltequidad, indagó si los nahuas habían trazado su camino en la individualidad, para descubrir coincidencias con distantes culturas como la maya (en el Golfo de México) y la mixteca (en Oaxaca) con lo que pudieron afirmar, para validez del mito, que los habitantes de Tamoanchan eligieron un camino hacia el norte, el sur, el este y el oeste de la geografía mexicana, y traspasando las fronteras geopolíticas actuales, al norte más allá de California y Michigan en EE.UU., al sur hasta Nicaragua, donde fundaron las distintas culturas que florecerían en simultaneidad. Aseveración de una cultura madre, sustentada con irrebatibles documentos de piedra, inscripciones calendáricas y artísticas.

Regresemos a lo conversado en las clases anteriores.

Sobre los criterios de selección para conformar un canon: la geografía, la lengua oficial, el sexo biológico, y las modalidades discursivas: ficción y no ficción. Aunque aquí para organizar lo que se intuye como una pan-antología de las literaturas anahuaca. 

Pues, si eligiéramos en una cuenta rápida una poeta o un poeta por año, del acervo literario anahuaca, sin considerar el criterio geográfico-cultural, tendríamos un listado de 300 poetas anahuacas en el periodo novohispano.

Sin embargo, en Antigua y nueva palabra, León-Portilla et. al. (2004), congrega una breve selección de literatura náhuatl en el periodo colonial bajo los epígrafes:

“Narraciones históricas”

“Historiadores de la época colonial”

“Literatura de temas cristianos”, y

“Literatura colonial de la vida cotidiana” (pp. 305 – 430).

Apartados que se corresponden con la clasificación: Literatura evangélica, Literatura de la vida cotidiana, y acervo en el periodo novohispano en sentido estricto literario o ficcional, que consta de un compendio de poesía, narrativa y teatro que replica e innova las formas clásicas de cuícatl y tlahtolli. 

Advertimos que, tal clasificación atañe al resto de las naciones originarias en Mesoamérica y del continente. Intuyendo cientos de obras firmadas y anónimas conformando una pan-antología de las Literaturas originarias en el periodo colonial.

Ante la vastedad nos centraremos en ejemplos de la Literatura náhuatl, maya y mazahua; los tres en torno al tópico de la muerte: “Oración ante un muerto”, Literatura Colonial de la vida cotidiana, ubicada en San Pedro, Jicora Durango; “Murió el gran hombre”, canto de chontal; y “En un funeral mazahua”. Para Literatura cotidiana: “Un encantamiento”, texto transcrito por Hernando Ruiz de Alarcón.

Comenzamos con la Poesía cosmologista.

Del siglo XV al presente, las literaturas originarias –en el continente y en el planeta– conservan un anclaje con el primer estadio de la literatura mundial: la estética clásica, donde los límites entre lo cósmico y lo mundano están desvanecidos. 

Estadio del conocimiento humano que hoy nombramos Cosmologismo, cuya intuición fundamental es la unidad entre el ser humano y todo lo existente, el hombre en la corriente de la vida, en el cosmos, en el instante. 

De tal naturaleza es la voz poética de los cuatro poemas que analizaremos. 

Pertenecen a la arista de poesía religante que con su decir propicia unir la parte: el hombre, con el todo: el Cosmos.  

La “Oración ante un muerto”, poema de medio largo aliento, 12 estrofas, es un canto de despedida ante la muerte de un ser querido. 

En la catalogación náhuatl, es un icnocuicatl, canto existencial. Aunque su tema es sobre la muerte humana, se trata de un canto “para embriagar los corazones y olvidarse aquí de la tristeza”, como advirtió Xayacámach en el Diálogo Flor canto. 

A manera de oración, réplica de la estética náhuatl clásica la noción flor, canto. Como una flor, es un todo acabado del primer al último verso. La voz poética traduce sensiblemente la despedida del fallecido mediante un caleidoscopio de imágenes del proceso de la muerte. Evoca al Dios-Ometéotl en su dualidad femenina: Madrecita nuestra, para entregar el aliento (alma) del recién fallecido: “ten que lo recibirás, / tu cordel, / porque ya tú lo has hecho salir, / de aquí para el mundo que está allá”. 

Ah, Dios, Madrecita nuestra,

has hecho salir a tu hijo de aquí,

del mundo,

mucho requeriste tu aliento de vida

y por eso buscaste tu aliento,

ten, que lo recibirás,

tu cordel,

porque ya tú aquí lo has hecho salir,

de aquí para el mundo que está allá, 

porque seguramente has necesitado tu aliento de vida.

Recordemos, Ometéotl es principio y fin creador benigno que rige la cotidianeidad y pensamiento del nahua. En tanto, la voz poética solo confirma lo sabido: la muerte es una potestad de Ometéotl: “porque ya tú lo has hecho salir de aquí / […] / Ya no le diste licencia para seguir aquí / […] / Porque nosotros no somos dueños de la vida / la misma Madrecita nuestra nos la prestó / pero ya tú aquí le cortaste los pasos a tu hijo / le pediste su aliento de vida, / ya lo recibiste”.

Mediante la secuencia de imágenes poéticas y la noción flor,canto intrínseca al icnocuícatl, la voz poética revela el fallecimiento humano y la despedida de los deudos desde un punto de mira distinto que agrega un nuevo saber de la muerte, y preserva para el futuro el entendimiento su proceso.

Como se observa, tanto en la estructura versal, del lenguaje poético y temática, pervive una elaboración textual de forma clásica anahuaca del siglo XV como en la poesía de Macuilxóchitl. La voz poética sigue una versión personal de la composición tradicional. 

Su estructura rítmica está determinada por el metro particular del náhuatl con una versificación libre: doce estrofas de extensión irregular en la versión en español; de verso libre (entre las 3 y las 15 sílabas), sin rima, cuyo ritmo, motivado por la lengua misma, se sostiene con fórmulas sintácticas como la repetición de ciertas palabras: anáforas o estribillos, o bien, de frases u oraciones completas: difrasismos y paralelismos, comparaciones simbólicas y epítetos.

Ya no le diste licencia para vivir aquí,

tal vez admirado las cosas,

aquí en el mundo,

porque aquí brilla todo lo que es bueno,

aquí bien verdea.

Porque seguramente ha pasado trabajos,

pero, pues,

¿qué podemos hacer?

Porque nosotros no somos dueños de la vida.

La noción Flor, canto subyace en el cuícatl, como un todo acabado que preserva, para el futuro, las imágenes de la muerte humana. Un canto que, lleva en su ser la impermanencia y, contradictoriamente, lo que se conservará en la memoria, está en el mundo para que los escuchas acepten el proceso de la muerte y comprendan sus misterios. 

Semejante es la fórmula del Canto chontal: “Murió el gran hombre”, del acervo maya.

Propio de la literatura clásica maya, ejemplo del repertorio conocido como “Cantos y encantamientos”, se compone de 2 momentos-temáticos: la primera estrofa la oración por el fallecimiento del hombre, y la segunda estrofa: el encantamiento propio de los rituales mayas.

Su composición coincide con la noción flor, canto de la estética náhuatl clásica. Como una flor, es un todo acabado del primer al último verso donde la voz poética traduce sensiblemente el hecho del fallecimiento de un hombre seguido de una evocación al fallecido donde le indica el ritual a seguir.

Murió el gran hombre, vio el mundo,

ya cumplió su día, ya se va a la otra vida,

se acabó cuento vivió, se acabó cuanto vivió.

Pobre hombre, ahora se hizo otro, otro hombre,

ya siguió el otro camino

se acabó su sentido,

¡ay, ay! el gran hombre.

Muerto, muerto, te estoy hablando

y te estoy platicando y te estoy avisando

Tú solo, solo, cuélgate de cabeza

avisa lo que te estoy pidiendo,

y lo que te digo, háblale a dios,

háblale de donde estás,

pide lo que te estoy pidiendo,

cuélgate de cabeza, cuélgate de cabeza, 

muerto, muerto, cuélgate de cabeza,

cuélgate de cabeza, pide lo que te estoy pidiendo

y lo que te estoy diciendo, ¡muerto, muerto!

Como se observa, tanto en la estructura versal, del lenguaje poético y temática, pervive una elaboración textual de forma clásica anahuaca del siglo XV. 

La voz poética sigue una versión personal de la composición tradicional. 

Su estructura rítmica está determinada por el metro particular del maya con una versificación libre: dos estrofas de extensión irregular en la versión en español; de verso libre (entre las 6 y +14 sílabas), sin rima, cuyo  ritmo, motivado por la lengua misma, se sostiene con fórmulas sintácticas como la repetición de ciertas palabras: anáforas o estribillos, o bien, de frases u oraciones completas: difrasismos y paralelismos, comparaciones simbólicas y epítetos.

Coinciden a su vez con “En un funeral mazahua”, cuya composición también coincide con la noción flor, canto de la estética náhuatl clásica. Como una flor, es un todo acabado del primer al último verso donde la voz poética traduce sensiblemente el hecho del fallecimiento de alguien y su paso a “otra vida”.

Ahora, ya te vas.

para que pudieras estar entre nosotros,

prestado sólo fuiste,

entre nosotros estuviste,

pero ahora, ya no lo estarás,

porque prestado solo fuiste.

De pronto se nos esfuma tu faz,

ya no estarás entre nosotros,

ya llegó tu día.

tu cara, ver, ya no podremos.

yo no sé por qué veniste

tan sólo a mostrarnos tu cara,

y ahora, solamente nos dejas los recuerdos:

Nuestro pequeño señor del cielo

te dio la vida,

y ahora, Él te la quita.

¡Él sabe por qué!

Él ha de señalarte

el camino que has de seguir,

hacia donde has de llegar.

Él ha de acomodarte,

en el lugar que mereces estar,

porque, Él, bien lo sabe.

Ahora te vas, te vas,

por lo que te vas para siempre.

Pero, ¿cuándo aun regresarás?

Pero, ¿cuándo nos encontraremos?

Pero, ¿cuándo aún podremos verte?

¡Creo que nunca… no es hasta que muramos!

Nuevamente, la estructura versal, del lenguaje poético y temática, pervive una elaboración textual de forma clásica anahuaca del siglo XV. 

La voz poética sigue una versión personal de la composición tradicional. 

Su estructura rítmica está determinada por el metro particular del mazahua con una versificación libre: cuatro estrofas de extensión irregular en la versión en español; de verso libre (entre las 6 y +12 sílabas), sin rima, cuyo  ritmo, motivado por la lengua misma, se sostiene con fórmulas sintácticas como la repetición de ciertas palabras: anáforas o estribillos, o bien, de frases u oraciones completas: difrasismos y paralelismos, comparaciones simbólicas y epítetos.

Advertimos que la pervivencia de tales formas no es una conservación o recuperación consciente sino la consecuencia de una racionalidad respecto a los símbolos, y del idioma mismo en lo que atañe al ritmo.

En los tres poemas, la fórmula de repetición es una expresión de mundo/propio mediante el uso de difrasismos y paralelismos, recursos poéticos de la poesía clásica de Abya Yala. 

Ángel Ma. Garibay explica en sus estudios de la poesía clásica náhuatl que el difrasismo consiste en yuxtaponer dos metáforas, que juntas dan el símbolo medio de expresar en un solo pensamiento.  Mientras el paralelismo consiste en la repetición de un mismo pensamiento, ésta complementa la primera idea basada en semejanza y no en antítesis. 

Además, sus voces poéticas de estos cantos traducen sensiblemente un recorte del mundo visible e invisible de la muerte en Anáhuac, al tiempo, conservan lo que bien podemos nombrar una fórmula clásica de Abya Yala en su modalidad poesía cosmogonista. 

Obsérvese las estrofas: 

“Ah, Dios, Madrecita nuestra, / has hecho salir a tu hijo de aquí, / del mundo, / mucho requeriste tu aliento de vida / y por eso buscaste tu aliento, / ten, que lo recibirás, / tu cordel, / porque ya tú aquí lo has hecho salir, / de aquí para el mundo que está allá, / porque seguramente has necesitado tu aliento de vida”, de la “Oración a un muerto”,

“Murió el gran hombre, vio el mundo, / ya cumplió su día, ya se va a la otra vida, / se acabó cuento vivió, se acabó cuanto vivió. /

Pobre hombre, ahora se hizo otro, otro hombre, /ya siguió el otro camino / se acabó su sentido, / ¡ay, ay! el gran hombre”, en el canto chontal.

“Nuestro pequeño señor del cielo / te dio la vida, / y ahora, Él te la quita. / ¡Él sabe por qué! / Él ha de señalarte / el camino que has de seguir, / hacia dónde has de llegar”, del funeral mazahua.

“Por aquí vino a salir. / Allá en Xiquipilco a Axayácatl / lo hirió en la pierna un otomí, su nombre era Tlilatl”, del canto de Macuilxóchitl.

Y en el icnocuícatl de Nezahualcóyotl: “Somos mortales”

“Percibo lo secreto, lo oculto; / ¡Oh vosotros señores! / así somos, / somos mortales, / de cuatro en cuatro nosotros los hombres, / todos habremos de irnos, / todos habremos de morir en la tierra…/ […] /

Meditadlo, señores, / También allá iréis, / al lugar de los descarnados. / Tendremos que desaparecer, / nadie habrá de quedar. […] / Que tu corazón se enderece: aquí nadie vivirá para siempre. / Aún los príncipes a morir vinieron, / hay incineramiento de gentes. / Que tu corazón se enderece: / aquí nadie vivirá para siempre”.

Los cinco poemas: tres del periodo colonial, y dos del acervo clásico, resuelven en el tratamiento de la muerte.

Abonando sobre los malentendidos respecto al saber náhuatl. La pregunta metafísica sobre la muerte ocupó vasto territorio del pensamiento de los nahuas; ya advertimos se trata de un saber no privativo de los aztecas sino punto de encuentro entre la suma de culturas habitantes de Anáhuac. Explica León-Portilla que este tema apuntalaba la filosofía tolteca, pero contrario a la lectura existencialista europea, la pregunta resolvía, por cierto, con llaneza que, la muerte ocurre para comprender que hay que bien/vivir, disfrutar mientras se está aquí.

Continuamos, ahora, con la poesía cotidiana. 

En el devenir de la historia de las literaturas originarias en el continente, y dando continuidad a lo que hemos nombrado formas clásicas, la poesía tiene otro sendero: el de los motivos cotidianos o bien, de lo humano, que avanza a la par del cosmogonismo. Aunque, valga señalar, no es una cotidianeidad como escenario, o bien, en su acepción urbana. Es una cotidianidad humana y social, pero conservando las amarras a la Naturaleza como casa. Las más veces, la voz poética hará de la Madre Tierra, una dialogante, para lanzar entre versos una sentencia vital. Por ejemplo, “Un encantamiento” incluido en la selección de León-Portilla et. al:

En el cerro del Espejo,

donde se hace el encuentro,

yo llamo a la mujer.

Me aflijo, vengo entristecido. 

Llamo a mi hermana mayor, Xochiquétzal,

viene cubierta con una serpiente,

llega con los cabellos atados.

Ayer, pasado mañana,

por esto lloro, por esto me aflijo.

¿Acaso no es diosa en verdad?

¿Tal vez mañana,

o hasta pasado mañana?

Ya ahora, yo mismo,

yo soy el joven, yo soy el enemigo…,

no en verdad soy el enemigo…

Como leemos, es un poema breve cuya voz poética traduce sensiblemente un recorte del mundo que habita y mira la voz poética. Hay en esta poesía una subjetividad propia de la racionalidad originaria. En breve, es una subjetividad que tiende sus amarras con Dios, el Cosmos, la Naturaleza como madre o sustento de vida, con el otro como hermano, comunidad y memoria, y consigo.

No se entienda esta subjetividad desbordada de optimismo, o en la peor interpretación como entusiasta. Su paradoja es la confluencia de un tratamiento sencillo y otro de hondura. La voz poética elige formas sintácticas y repertorios lexicales más que simples, sin malabares lingüísticos. Lo mismo ocurre con los motivos y el “lenguaje poético”, ausentes de artificio lingüístico e intelectual, ofrecen llaneza del decir y del pensar.

Como hemos visto, el repertorio de este envés de la historia literaria mexicana confirma una tradición. 

Los poemas de este siglo, los del siglo pasado (del estadio moderno-contemporáneo) y así en retrospectiva hasta el siglo XV, ratifican una poética en continuidad, sin importar sean poemas firmados o anónimos. 

Hay una constante de motivos, formas, ritmo, incluso una catalogación. A mí parecer, no se trata de una “escuela poética” sino de una coincidencia predispuesta por la lengua materna y un saber milenario que la invasión y la colonización europea no lograron proscribir. En otras palabras, la y el poeta originario no estudió a la usanza occidental la historia de su literatura, cómo lo haría, si ni libros hay. Sencillamente, ellas y ellos lo llevan en su idioma materno y en la memoria compartida. 

Además de una tradición hay también innovación, siglo tras siglo. No es un arte de la palabra que se “petrificó” en las formas primeras. Con el avance del calendario fue y va mudando. 

Para concluir, revisemos una muestra del siglo XX el poema “Tres veces más alto que las casas” de Dolores Bautista (Nación rarámuri), donde confluye un tratamiento sencillo y otro de hondura, a manera de paradoja, cuyo motivo es la muerte. Esa pregunta existencial siempre presente en Nezahualcóyotl: ¿para qué nacemos… por qué morimos? La voz poética dice:

[Esto dicen los gobernadores:

“Cuando morimos

subimos tres veces más alto que las casas:

desde esta tierra

hasta nuestra Madre la Luna;

y hasta nuestro Padre el Sol.

Así de lejos nos vamos”.

Sin más, unos versos de poesía religante. Entonces cuestiona:

¿Será verdad?

¿A dónde iremos al morir?

No se sabe…

Entonces, concluye:

Tal vez permanezcamos en la tierra

tan sólo en forma de polvo

o quizás en forma de aire.]

Bautista regresa a la pregunta metafísica náhuatl cuando pregunta: ¿A dónde iremos al morir?, y responde dando eco a la meditación náhuatl: Tal vez permanezcamos en la tierra / tan sólo en forma de polvo / o quizás en forma de aire].

En nuestro siglo, leemos a Briseida Cuevas Cob (Nación maya), quien en “Miedo” y “Papalote” usa la forma breve recuperada desde la tradición:

MIEDO

Cómo ahuyentaríamos al miedo si no existieran

piedras.

Cómo lanzarles sillas

si también sienten miedo.

¿Hemos de sacarnos los ojos y aventárselos?

¿Y si se los pone en las cuencas y nos reconoce?

¡Cómo encomendar el alma

si huyó despavorida de nosotros!

PAPALOTE

El recuerdo

es un papalote.

Poco a poco le sueltas,

disfrutas su vuelo.

En lo más alto

se rompe el hilo de tu memoria

y te sientas a presenciar cómo lo posee la distancia. 

Entre los motivos de esta poesía están, también, los del sí mismo. La voz poética de Cuevas Cob, es un yo quien mira y camina la vida no solo por recorrer los días en espera del detenerse que es la muerte, sino que su andar lleva implícito el conocer, el querer y la voluntad humanos. Al tiempo, es un caminar con otros. Mirar y caminar los días no es sencillamente el acto de moverse para recorrer la distancia, es, también, la posibilidad humana de mudar el mundo y a sí mismo. Ese nadar fuera pequeño o grandioso, también es nadar dentro de sí.

El sabio náhuatl (tlamatimini), explica la traducción literal: “Hace sabios los rostros ajenos, hace a los otros tomar una cara (una personalidad), los hace desarrollarla”. Ollin, el movimiento, metamorfosis incesante, es una noción fundamental del saber anahuaca.

Como leemos, estos versos de Cuevas habitan el cruce entre la tradición poética de su lengua y los márgenes de la manera de hacer poesía al uso moderno. 

Entre tanto por decir, evidenciamos una apropiación del mundo consecuencia de su bilingüismo. Si existe un ejemplo coherente del mestizaje, entendido como cruce de razas no vertical o impuesto, es el bilingüismo y la formación racional de los poetas originarios del presente. Conservan el ritmo propio de su lengua, la forma sintáctica y la manera de construir las imágenes poéticas; al tiempo, coinciden con la técnica poética occidental de expresar el sentir propio, es decir, mirar y explicar el mundo desde el yo. Esa enseñanza, ya milenaria, de líricos griegos: la expresión de sentimientos o emociones íntimas.

¡Has llegado al final de la última clase del curso, muchas felicidades! Ha sido un gozo compartir contigo este trayecto formativo. Deseo que el curso haya cumplido tus expectativas y  encuentres satisfacción en los temas abordados, así como con tu desempeño y compromiso. Para concluir de forma correcta, te invito a realizar la tarea asignada y mandarla como corresponde. Sea esta UDA apenas un Umbral de las Literaturas originarias en nuestro país y continente.