Aplicación de las TIC en la educación: la magia de la virtualidad rumbo a la comprensión

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Aplicación de las TIC en la educación: la magia de la virtualidad rumbo a la comprensión

Una vez que los procesos de digitalización se implantaron en la sociedad en términos globales, numerosos aspectos de la vida cotidiana se modificaron. En relación con las prácticas educativas, la inclusión de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) ha representado una gran alternativa frente a las tendencias que buscan ofrecer otras modalidades de acceso a la educación. De esta forma, se han desarrollado de manera paulatina programas de formación implementados de manera presencial con apoyo de las TIC y del aprendizaje mixto, hasta llegar a los planes cuya totalidad es cursada en línea. 

El internet y la amplia gama de herramientas que puede desplegar han generado escenarios novedosos que aspiran a la innovación en la construcción del conocimiento. Por supuesto, el afán de perfeccionar las formas en que se gestan los saberes está sostenido por una amplia red de operaciones. Innovar “requiere esfuerzo sistemático y alto grado de organización”. (Rojas, 2006, p. 30)

Para Peter Drucker, pensador que ha dedicado buena parte de su obra para reflexionar a propósito de la innovación, los esfuerzos en la era de la digitalización deben replantear la organización del trabajo en sus formas más tradicionales: “la clave no es la electrónica sino la ciencia cognitiva”. (Micheli, 2002, p. 524) El ejercicio reflexivo que sitúa a las tecnologías como herramientas plurales permite visualizar el desarrollo de sociedades con un mayor grado democrátivo e inclusivo, articulado desde la colaboración y creatividad potenciadas por las TIC. 

Apropiación y uso de las tecnologías

Uno de los desafíos medulares cuando hablamos de las TIC en las prácticas educativas tiene que ver con el tema del acceso y la distribución del conocimiento. A través de las tecnologías, es posible generar educación equitativa y de calidad para todos los sectores de la sociedad mediante la producción y el tratamiento de la información en distintos formatos que garanticen que el conocimiento se distribuya de manera más justa. Julio Cabrero (1998) señala una de las características fundamentales de las TIC respecto a sus aportaciones a la enseñanza: la creación de nuevas realidades comunicativas y significativas. Esto se logra a partir de la confluencia entre informática, microelectrónica y telecomunicaciones; las experiencias se diseñan entretejiendo texto, imagen y sonido, promoviendo la interacción y la diferencia innovadora. 

Los beneficios de las experiencias de aprendizaje signadas por la innovación, así como la forma vertiginosa en que estas han evolucionado, ha devenido en una responsabilidad social para las Instituciones de Educación Superior. Se trata de un compromiso que implica la incorporación de las TIC en las prácticas de aprendizaje, colocándolas como un eje transversal en cada uno de los planes curriculares del amplio abanico de áreas de conocimiento que ofertan. Para ello, resulta imprescindible otorgar competencias digitales tanto a profesores como a estudiantes y personal administrativo, pues de este modo se garantiza la aplicabilidad efectiva de las TIC en distintos aspectos: investigación, comunidades sociales, trabajo en el aula y labores de gestión. A raíz de los procesos innovadores en el ámbito educativo a nivel global, los países latinoamericanos han reconocido la importancia de generar políticas públicas que proporcionen lineamientos sobre el uso y la apropiación de las tecnologías. En México, la publicación de la Agenda Digital Educativa (2020) representa un parteaguas rumbo a la promoción de la innovación tecnológica en la educación, el fortalecimiento en la generación de conocimiento pedagógico novedoso y la respectiva apropiación social del mismo. La implantación de la digitalización en la educación debe percibirse más allá de las cuestiones relacionadas con el inmediatismo en la transferencia de información, se debe discutir cómo la innovación tecnológica abre una brecha en términos pedagógicos, culturales y políticos. 

Finalmente, es necesario rescatar las correlaciones positivas que se han manifestado en los grupos de estudiantes que se encuentran inmersos en modelos de aprendizaje potenciados por las TIC, donde se generan modelos cognitivos que abonan a la competitividad y a la participación del alumno. Nájar Sánchez (2016) realiza una analogía donde declara que “la virtualidad nace desde la magia […] desde lo escénico”. Un buen número de publicaciones de neurociencia (The science of art: A neurological theory of aesthetic experience ,1999; Neural correlates of beauty, 2004; y Neurocinematics: The neuroscience of film, 2008) han avalado la forma en que experiencias como la fotografía, la pintura y la cinematografía provocan resonancia en las emociones del espectador, facilitando la creación de un vínculo que permite comprender el tema/objeto en cuestión. La actividad neuronal, en las experiencias de aprendizaje mediadas por la tecnología (simuladores, escenarios virtuales e interactivos), provoca en el sistema límbico un proceso emocional, pero también propicia el razonamiento y la evaluación respecto a los elementos que se están manipulando. Esto garantiza que el proceso de aprendizaje suceda, pues la teoría se confronta con la práctica de manera simultánea. 

El reto en los países de América Latina es proveer de manera equitativa las experiencias antes descritas, de modo que la educación digital sea democratizada y se instalen las condiciones para que cada estudiante obtenga  las competencias necesarias para el uso, la aplicación, la evaluación y el razonamiento de las TIC dentro de su trayecto educativo.

Referencias

  • Texto: Liliana Magdaleno Horta. Más información en: https://www.redalyc.org/jatsRepo/4772/477249927010/html/index.html