Unidad didáctica 3: Estrategias para las relaciones humanas

INTRODUCCIÓN

Dentro de nuestro actuar diario estamos en constante interacción con los otros, somos seres sociales por naturaleza e interdependemos con las personas de nuestro entorno próximo, es decir que para conseguir muchos de nuestros objetivos necesitamos de un adecuado actuar social, por ello es de vital importancia que aprendamos e identifiquemos estilos relacionales, aquellos que son saludables y aquellos que conviene modificar para tener relaciones más satisfactorias, así mismo debemos cuidar de las estrategias mediante las cuales tendemos a comunicarnos para poder hacerlo de una manera más efectiva.

COMPETENCIA

Identificar los estilos de relación para orientar el estilo propio hacia el asertivo, aprender sobre estrategias prácticas para las relaciones con estilo asertivo e identificar las diferencias de género que pueden representar un obstáculo en la comunicación y por lo tanto afectar las relaciones.

CONTENIDO

3.1 Estilos de relaciones

Dentro de las relaciones humanas se han clasificado en tres estilos según la tendencia en cuanto a la comunicación interpersonal, debemos saber que algunos estilos son más saludables que otros y pueden contribuir a la formación de relaciones sociales satisfactorias.

Los principales estilos son:

  • Estilo agresivo
  • Estilo pasivo
  • Estilo asertivo

Para realizar dicha clasificación se ha tomado en consideración: cómo la persona defiende sus propios intereses, derechos y necesidades, si es capaz de mostrar sus pensamientos y sentimientos (ya sean positivos o negativos), la forma en la cual respeta los derechos de terceras personas, si puede expresar cuando está en desacuerdo con algo o alguien, si puede solicitar explicaciones cuando no comprende algo y si la persona es capaz de decir no al no estar de acuerdo en algún argumento o requerimiento.

Estilo agresivo: defiende sus propios derechos, intereses y necesidades a expensas de los otros, muestra sus pensamientos y sentimientos dañando a otras personas, no respeta los derechos de terceros, puede expresar desacuerdo con alguien sin embargo lo realiza de forma hiriente, es capaz de solicitar explicaciones y decir no cuando no está de acuerdo, sin embargo al decir no, no explica su opinión ni toma en cuenta la opinión de los demás, no toma en cuenta las ideas o los sentimientos de otras personas y toma decisiones sin consultar a los otros que también les compete.

Estilo pasivo: no defiende sus derechos, cede ante los demás, subyuga sus necesidades, se sacrifica a favor del bienestar de otros y se olvida de él mismo, no muestra lo que realmente piensa o siente por temor a que a los otros no les agrade lo que está expresando, respeta a los demás pero no se respeta a él mismo, cuando se encuentra en desacuerdo con alguien no lo manifiesta, no sabe decir que no y cede siempre, en las conversaciones se autodevalúa, permite que se le manipule, acumula rencor y enojo y termina descargándolo de manera desproporcionada “hasta que ya no puede más”.

Estilo asertivo: es capaz de defender sus intereses, necesidades y derechos, expresa lo que siente y piensa (sea positivo o negativo) de manera clara y sin dañar a los demás, se respeta así mismo y respeta a los demás, es capaz de expresar cuando se encuentra en desacuerdo con alguien explicando su opinión y tomando en cuenta la del otro, sabe escuchar de forma activa a los demás, puede decir no ante requerimientos que no quiera realizar expresando su desacuerdo de manera empática.

Imagen 1. La asertividad podría considerarse como la mejor balanceada de los 3 estilos.

3.2 Estrategias para las relaciones asertivas

Al haber leído la descripción de cada estilo podemos notar que el estilo asertivo es el más saludable, todas las personas en algún momento hacemos uso de los tres estilos de relación, sin embargo, existe uno que tiene mayor predominio en nuestro actuar social, lo ideal es que el estilo asertivo sea el de mayor predominio. Existen algunas estrategias que podemos llevar a la práctica para posicionarnos en un mejor estilo de relacional, con miras a la dirección de la comunicación asertiva.

3.2.1 Cuidar de la comunicación no verbal

En unidades anteriores abordamos los dos tipos de comunicación, verbal y no verbal, recordemos que gran porcentaje de lo que decimos se encuentra influido por nuestra comunicación no verbal, por ello es importante tomar estrategias con las cuales dicha comunicación puede mejorarse:

a) Pedir a los demás su opinión sobre nuestros gestos y expresiones: si creemos que nuestros gestos y expresiones faciales están siendo un problema en nuestra comunicación podemos pedir a los otros su opinión para obtener retroalimentación al respecto, incluso pedir que se graben nuestras actuaciones en público como exposiciones, presentaciones, etc, con el fin de evaluar las posturas y gestos y modificar aquellos que consideremos interfieren con nuestro actuar social, algunos ejemplos son: no ver a las personas a los ojos, morderse las uñas, rascarse la cabeza, jugar con los dedos, mirar hacia el suelo, etc.

b) Relajarnos cuando nos comunicamos con otros: una técnica que nos puede ayudar a relajarnos es realizar respiración profunda, inhalando despacio y almacenando el aire en el abdomen (puesto que oxigenamos de mejor manera que al almacenarlo en el pecho), posteriormente contamos cuatro segundos sosteniendo el aire y exhalamos lentamente, repetimos el ejercicio al menos 3 minutos. Al concentrarnos en nuestra respiración disminuimos la tensión y nerviosismo, recuerda que una persona relajada también facilita la relajación del otro con quien interactúas y es probable que puedas tener una mejor comunicación cuando estás relajado.

c) Complementar con  gestos  y  posturas  nuestra  comunicación: podemos recurrir al uso de movimientos de las manos, adoptar ciertas posturas con el cuerpo o realizar expresiones faciales para complementar el mensaje que estamos emitiendo, esto incrementa la fuerza de nuestros comentarios y mantiene la atención del otro, es importante realizarlo sin llegar a exagerar.

d) No usar los mismos ademanes de manera indistinta: tenemos que ser coherentes con los ademanes, posturas o expresiones que estamos utilizando, saber en qué momento pueden utilizarse y en qué momentos de la conversación salen sobrando, por ejemplo, cuando inclinamos la cabeza para expresar aprobación con algo no lo hacemos cuando estamos en desacuerdo, o si nuestra manera de saludar es dando una palmada en la espalda, no lo hacemos con toda persona que acabamos de conocer.

e) Practicar la comunicación: en ocasiones cuando tenemos que emitir un mensaje de importancia (dar una conferencia, hablar con el jefe, exponer un proyecto) Podemos recurrir a ensayar nuestro dialogo y así mismo observarnos en cuanto a los elementos de la comunicación no verbal que estamos utilizando, si están siendo eficaces o no, de esta manera tenemos una guía de nuestra actuación social.

Imagen 2. Ensayar nuestro dialogo y al mismo tiempo revisar frecuentemente la eficacia de nuestra estrategia es una práctica eficaz.

f) Utilizar el  reflejo  para  mejorar  la  comunicación  no  verbal:  en ocasiones reflejar (imitar) sutilmente a la otra persona puede ser una estrategia para una comunicación más armónica. Por ejemplo, una técnica para reflejar es ajustar nuestro ritmo de respiración con el de la otra persona, con ello obtenemos mayor conexión y armonía, otra forma es sintonizarnos con la velocidad de la voz del otro, en algunos momentos el reflejar ciertos ademanes o expresiones pude también ser útil, con todo ello creamos sintonía con el otro (al hacerlo de forma sutil, sin exagerar ni perder tu autenticidad) y generar una opinión más favorable de nuestra persona.

3.2.2 Comprender al receptor

Para poder practicar un estilo de relación asertiva y una comunicación efectiva el principio fundamental es tratar de comprender a la persona que está hablando contigo, para ello son necesarios tres aspectos prioritarios:

a) Desarrollar empatía con la persona, se refiere a la capacidad de ponernos en los zapatos de la otra persona, debemos imaginarnos estar en el papel del otro y asimilar las opiniones y reacciones emocionales que pueda tener en base a lo que está viviendo.

b) Reconocer su estado de motivación: incluye el evaluar las necesidades e interés de la persona en ese momento, de esa manera podemos reconocer si es viable lo que queremos comunicarle o debemos postergarlo para después.

c) Comprender su  marco  de  referencia:  debemos  tomar  en  cuenta  el contexto de la persona, ya que esto funciona como el lente a través del cual percibimos las situaciones.

Imagen 3. Entablar conversaciones basadas en la empatía y marcos de referencia comunes con el interlocutor es fundamental para fomentar buenas relaciones.

3.2.3 Reducir la postura defensiva

Se refiere a la tendencia de un individuo de mantenerse alerta para evitar daños a su autoestima y protegerla constantemente. Este tipo de postura también ocasiona que culpemos a los otros o los critiquemos como medio de autoprotección. Para poder reducir esta postura primero la persona debe de reconocer su existencia y en segundo lugar tratar de no adoptarla cuando se le está cuestionando o realizando observaciones, debemos ser responsables de nuestros actos y reestructurar aquello que se nos señala como incorrecto y en efecto lo es, de esta manera favorecemos el crecimiento personal.

3.2.4 Pedir retroalimentación

Una manera de saber si la otra persona nos está comprendiendo es pedirle retroalimentación sobre lo que le estamos transmitiendo, por ejemplo, realizarle preguntas para pedir retroalimentación, algunas pueden ser: ¿Qué opinas sobre lo que te he comentado? ¿A qué acuerdo llegamos? ¿Qué concluyes de todo esto?, etc. Obtener una opinión del otro es importante para realmente tener una comunicación efectiva, que corresponda a mantener un diálogo con el otro (comunicación bidireccional). Una forma en la que también se brinda retroalimentación es con elementos no verbales, por ejemplo, al inclinar la cabeza en señal de acuerdo, al mirar al emisor y sonreír en señal de agrado, etc.

3.2.5 Mantener una actitud positiva

El mantenernos con una buena actitud ante el otro ayuda a entablar una mejor comunicación e interés por la otra persona, favoreciendo con ello una buena relación, además favorece que el otro tenga la disposición de escucharnos, hace que nos perciban como personas creíbles y confiables.

3.2.6 Escucha activa

Para mejorar las relaciones sociales tenemos que aprender a escuchar verdaderamente a las personas, para con ello entender de manera adecuada lo que están tratando de comunicar.

Hablamos a una velocidad promedio de 130 palabras por minuto. En contraste, el ritmo promedio en el que se procesa la información es de 300 palabras por minuto. Por lo tanto, tiene usted que aflojar el paso mentalmente para escuchar bien (DuBrin, 2008).

Escuchar resulta de suma importancia en nuestra vida personal y laboral, en especial para personas que laboren atendiendo a usuarios en los cuales se debe de identificar y resolver problemas, ya que necesitan escuchar a la persona para saber qué es lo que le sucede y abordar su problema. El escuchar a las personas también es beneficioso para el otro, puesto que aquel que se siente escuchado se siente comprendido, reconocido y respetado.

La  escucha activa involucra escuchar de manera intensa y atenta, tratando de desarrollar empatía por el otro, también engloba la capacidad para brindar retroalimentación al emisor, para recapitular (resumir) sus ideas principales y poder indicar mediante elementos no verbales (gestos, posturas, tono de voz, contacto visual, etc.) que en efecto se le está escuchando y mostrando respeto ante su comunicación.

Existen elementos a considerar para realmente practicar la escucha activa:

  • Sostener el contacto visual con la otra persona.
  • Esperar su  turno para hablar e  incluso  para preparar mentalmente una respuesta.
  • Asentir con la cabeza de vez en cuando para señalar que se le escucha o se le aprueba.
  • Emitir sonidos como “mmmm” para demostrar que sigues la conversación
  • Realizar preguntas abiertas para dar opción a la persona a aportar mayor información.
  • Reflejar y recapitular, es decir con otras palabras lo que el emisor acaba de comunicar y/o realizar un breve resumen con las ideas principales enunciadas por el otro, a modo de demostrar que se le está escuchando.
  • Identificar y reflejar los sentimientos del otro, lo podemos realizar con frases como:  “te  observo  triste”,  “Debes  de  sentir  mucha  desesperación  al respecto”, “sientes que…”, etc.
  • Dedicar el 20% de la conversación a hablar y el 80% a escuchar, de esta manera nuestra habla será efectiva en base a nuestra buena escucha.
  • Trate de buscar lo positivo en la escucha, de todo aquello que escuchamos podemos obtener algún beneficio o aprendizaje, si intentamos focalizar en obtener algo buena de nuestra escucha, ello nos mantendrá motivados para escuchar al otro de forma activa.

3.2.6.1 Obstáculos en la escucha activa

Algunos especialistas de la Purdue University han encontrado ciertas conductas que representan un obstáculo para escuchar de manera efectiva, dichas conductas son las siguientes:

  • Leer la mente: se refiere a cuando no estamos escuchando la conversación de la persona, y en nuestra mente estamos fabricando lo que creemos que dicha persona “realmente piensa”.
  • Ensayos mentales: al estar más enfocados en lo que nosotros diremos a continuación que en escuchar lo que el otro nos emite en ese momento, dicha conducta hace que el emisor incluso pierda el interés en comunicar.
  • Ser selectivo: inconscientemente sólo escuchamos la parte de la información que nos interesa o queremos escuchar y lo otro lo ignoramos.
  • Soñar  despierto:   cuando   el   otro   está hablando y nosotros divagamos en nuestra mente, creando escenarios, pensando en otras situaciones, perspectivas, etc., cuando divagamos dejamos de poner atención en lo que el otro emite en ese momento.

Imagen 4. soñar despierto y divagar son prácticas comunes que si bien pueden ser momentáneamente placenteras también propician perdida de atención hacia el interlocutor.

  • Compararse: cuando nos desviamos del tema al compararnos  con  la  persona  que  está relatando, dejamos de atender su mensaje para concentrarnos en nosotros.
  • Desviarse de tema: Cuando cambiamos de tema con rapidez o saltamos de uno a otro le estamos dando la impresión a la otra persona de que no nos interesa lo que está diciendo.
  • Devaluar: cuando escuchamos lo que el otro dice, pero le restamos valor o importancia inmediatamente, en especial cuando no están de acuerdo con nosotros.
  • Estar de acuerdo con todo:   escuchamos  lo   que   dice   la   persona, inmediatamente estamos de acuerdo con ella sin realmente analizar las cosas, a veces lo hacemos con la finalidad de evitar conflictos.

3.3 Diferencias de género

Es importante saber reconocer las diferencias de comunicación existentes según el género, ya que de esta manera podemos comprender e interpretar de mejor manera la conducta de las personas y evitar problemas relacionales originados por diferencias en la comunicación.

  • Para la mayoría de las mujeres la intención de entablar una conversación es para desarrollar empatía con las personas y crear vínculos, es por ello que las mujeres se enfocan en buscar puntos de semejanza con el otro, escuchar y ofrecer apoyo.
  • Los hombres al comunicar se enfocan en recibir una evaluación positiva del otro, conservar una posición jerárquica en el grupo, recibir reconocimiento por sus logros, por ello es que los hombres se enfocan al aportar información, remarcar sus logros, mientras que las mujeres al desarrollo de simpatía y construir vínculos.
  • Cuando una mujer comunica sus problemas o emociones, buscan empatía por parte del otro, la mayoría de las veces no busca que le ofrezcan soluciones, un hombre en la posición de escucha de la mujer podría brindar soluciones a los problemas y dejar a un lado el demostrarle empatía con su sentir.
  • En muchas ocasiones los hombres para conservar su estatus “dominante” prefieren resolver sus problemas por sí solos (una consecuencia de ello es que pueden ser poco comunicativos), en cambio las mujeres mantienen mayor apertura a encontrar las soluciones hablando con otra persona.
  • Las mujeres tienen mayor probabilidad a aportar elogios al trabajo de alguien más, en cambio los hombres es más probable que se centren en los puntos negativos y sean críticos.
  • Los hombres  generalmente  tienden  a  dominar  conversaciones  en  las reuniones, una explicación a ello es que durante años se ha posicionado a la mujer en un papel de mayor sumisión en tanto al hombre se le ha posicionado como dominante.
  • Muchos de estos patrones de comunicación resultan inefectivos tanto para hombres como mujeres, es por ello que debemos identificarlos y reconocerlos en nosotros mismos, cambiar aquellos que creamos convenientes y no tomarlo personal cuando alguien más los emita frente a nosotros, recordando que si bien se pueden mejorar son parte del bagaje cultural del género.

Imagen 5. Las diferencias de comunicación entre géneros pueden llegar a ser muy marcadas por lo que es muy importante fomentar valores como la empatía.

CONCLUSIÓN

Debemos aprender el estilo de relación saludable, el cual es el asertivo, para mejorar nuestras relaciones tanto personales como laborales. Dentro de este estilo existen estrategias a poner en práctica, las cuales nos pueden orientar hacia una comunicación y relación más satisfactoria, dichas estrategias engloban el cuidar de nuestra comunicación no verbal, tratar de comprender a nuestro receptor, reducir nuestras posturas a la defensiva, pedir retroalimentación de lo que estamos comunicando, tratar de mantener una actitud positiva, practicar la escucha activa, así como reconocer y controlar los obstáculos que pueden presentarse para escuchar con efectividad al otro y finalmente reconocer las diferencias de comunicación existentes según el género de las personas.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

  • DuBrin, A. (2008). Relaciones humanas. Comportamiento humano en el trabajo. México: Pearson.
  • Ovejero Bernal, A. (2007). Las relaciones humanas. Psicología social teórica y aplicada. Madrid: Biblioteca Nueva.
  • Smith, M. J. (2010). Cuando digo no, me siento culpable. México: Debolsillo.